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Miquel Casas: «Uno de cada cinco estudiantes tiene disfunciones del neurodesarrollo que dificultan el rendimiento escolar»
06.09.24
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Catedrático de Psiquiatría Honorario de la Universidad
Autónoma de Barcelona y director del programa SJD MIND Escuelas del Hospital
Sant Joan de Déu de Barcelona.
Catedrático honorario de psiquiatría de la Universitat Autònoma de Barcelona, director del programa SJD MIND Escuelas del Hospital Sant Joan de Déu y presidente de la Fundación Investigación Sant Pau (FISP), el Dr. Miquel Casas estudia la relación entre las disfunciones del neurodesarrollo no diagnosticadas, el bajo rendimiento escolar, múltiples alteraciones de conducta y las adicciones. Su trabajo de investigación da las claves sobre uno de los problemas de fondo que se esconden tras la gran crisis que está sufriendo nuestro sistema educativo.
¿Cuál es actualmente el porcentaje de fracaso escolar en España?
Varía en función de la comunidad autónoma, pero tanto el último informe de la CEOE del año 2021 como el del Ministerio de Educación del año 2022 lo sitúan entre el 16 y el 18 %, una cifra mucho más elevada que la de los países del norte de Europa.
¿Cómo influyen las disfunciones del neurodesarrollo en el bajo rendimiento escolar y, por tanto, en la reciente caída de los resultados académicos que se evidenció en el último informe PISA?
Las disfunciones del neurodesarrollo —el TDAH, las dislexias, las discalculias, las disgrafías, los trastornos del habla y la comunicación, los TEA, etc.— dificultan enormemente el rendimiento de los estudiantes. Si, en una escuela, la mayoría tiene un buen rendimiento y se adapta a las normas, pero una pequeña minoría no, lo que no podemos hacer es señalar directamente la situación familiar, el nivel socioeconómico, la inmigración, la calidad o localización de la escuela, o el profesorado como las principales causas. Hay que averiguar la razón de que esos alumnos tengan dificultades de aprendizaje, sean inquietos o impulsivos, o no estén atentos. En psicología y psiquiatría, denominamos vulnerabilidad individual en la infancia y la adolescencia a todos los factores psicobiológicos que hacen que un pequeño grupo de la población no pueda desarrollarse como lo hacen los demás. Según las clasificaciones internacionales, la mayoría de las veces estos factores solo se pueden atribuir a disfunciones del neurodesarrollo no diagnosticadas y no tratadas.
¿Qué prevalencia tienen estas disfunciones en niños y jóvenes?
Afectan como mínimo al 20 % de la población infantojuvenil. Es decir, en los países desarrollados en los que se ha evaluado, 1 de cada 5 menores tienen disfunciones del neurodesarrollo, que son un claro impedimento para el rendimiento escolar. En Cataluña hay aproximadamente 850.000 estudiantes en primaria y ESO, por lo que unos 170.000 tienen disfunciones del neurodesarrollo. La situación resultante es complicada, por un lado, para los docentes, porque no pueden desarrollar bien su trabajo, y por otro lado, para estos alumnos, que lo pasan realmente mal por no poder seguir el ritmo de sus compañeros.
¿Se diagnostican la mayoría de los casos?
Uno de los principales problemas en nuestro país, a diferencia de los países con mejores resultados escolares, es que la gran mayoría no se diagnostican en primaria, que es el momento idóneo para hacerlo, ya que en este periodo estos trastornos son altamente reversibles. Actualmente se está diagnosticando solo a 2 o 3 alumnos de cada 10 que lo necesitan. Esto quiere decir que en Cataluña hay unos 140.000 menores no diagnosticados que tendrán, en primer lugar, un bajo rendimiento escolar que los llevará al fracaso escolar y que después, muy probablemente, desarrollarán alteraciones de conducta, problemas sociolaborales y adicciones.
¿Cuánta importancia tienen las palabras con las que nos dirigimos a los menores en referencia a su comportamiento y sus capacidades?
En nuestro grupo de trabajo hemos acuñado el término maltrato amoroso para designar el intento de ayuda que padres y docentes ofrecen a los estudiantes con problemas de aprendizaje y disfunciones del neurodesarrollo, con el loable objetivo de estimularlos a mejorar sus resultados académicos. La mayoría de las veces, lo que consiguen es el resultado opuesto: estresan a estos alumnos y con ello provocan una progresiva aversión a los temas escolares y el inicio de alteraciones de conducta. Casi cada día, estos niños y niñas que no rinden bien en clase reciben comentarios desfavorables de su círculo cercano: «¿Por qué no te esfuerzas?», «Tu hermano sí que aprueba», «Te falta voluntad», «Tu tutor siempre se queja», «Si sigues así, no serás nada en la vida», etc. En los primeros años, intentan agradar a sus padres y profesores esforzándose muchísimo, pero no lo consiguen y acaban rindiéndose. A partir de los 10 años empiezan a sentir malestar emocional y alrededor de los 13 o 14 aparecen problemas de ansiedad y depresión que pueden derivar, a partir de los 15 o 16 años, en el consumo de marihuana y bebidas alcohólicas, junto con otros problemas de conducta. En resumen, el «maltrato amoroso» comprende todo ese periodo de tiempo en el que, desde el entorno más cercano y con ánimo de ayudar y estimular, se cuestiona la voluntad de estos niños y jóvenes argumentando que no se esfuerzan lo suficiente en los estudios sin tener en cuenta que pueden padecer disfunciones del neurodesarrollo que les impiden un rendimiento escolar satisfactorio.
¿En qué consisten las «plantillas mentales» y cómo se pueden aplicar al ecosistema educativo?
Si un niño o niña no quiere participar en deportes, podemos buscar razones externas, como que provenga de una familia sedentaria, que el profesor de gimnasia sea incompetente o que el colegio no disponga de buenas instalaciones. Sin embargo, lo primero que hay que hacer es mirar si tiene pies planos o problemas de flexibilidad articular para poder ponerle unas plantillas que le ayuden en la práctica deportiva. Las «plantillas mentales» es la forma coloquial que utilizamos en nuestro grupo de trabajo para designar instrumentos o herramientas psicobiológicas (por ejemplo, un software para aprender a leer si tienes dislexia) para que los estudiantes con disfunciones del neurodesarrollo puedan revertir esos problemas o compensarlos y desarrollar su actividad escolar con normalidad.
¿Qué peso tiene la epigenética en las disfunciones del neurodesarrollo? ¿Pueden influir ciertas situaciones durante el embarazo o los primeros meses de vida?
Cada día tenemos más información sobre la forma en que los problemas derivados de la toxicidad ambiental y el cambio climático o los hábitos tóxicos de la madre durante el embarazo (fumar, tomar bebidas alcohólicas, etc.) pueden generar riesgos en el embrión o en el feto que, al interactuar con los determinantes genéticos, den lugar a disfunciones del neurodesarrollo. En un futuro próximo, toda esta información nos permitirá efectuar un abordaje mucho más completo de las disfunciones del neurodesarrollo, sabiendo que son reversibles, y aplicar los correctores necesarios para equilibrar las habilidades de estos niños y niñas.
¿Qué buenas prácticas existen en el mundo sobre cribado, diagnóstico y tratamiento de estas disfunciones del neurodesarrollo?
Los países nórdicos lo tienen integrado dentro del estudio del niño sano, en los controles de salud habituales por parte de los pediatras durante la infancia y la adolescencia. Si se detecta algo anómalo, se deriva a los especialistas, que efectúan un abordaje diagnóstico y terapéutico a esos menores. Y se les arropa, mientras lo necesitan, a lo largo de todos los estudios.
El Proyecto Capellades, con el apoyo de la Fundación ”la Caixa”, fue el proyecto piloto para su investigación. ¿En qué consiste este programa?
El proyecto nace en 2011, cuando el Instituto Molí de la Vila, del municipio de Capellades, presentó en la televisión catalana un reportaje denunciando la problemática grave que se vivía en el centro, con alteraciones de conducta muy serias. Rápidamente vimos que ni en el instituto ni en primaria había diagnósticos de disfunciones del neurodesarrollo. El centro de psiquiatría infantojuvenil que tenía que atender a estos menores lo vinculaba todo a la relación patológica con las familias o los profesores, al nivel socioeconómico o a la inmigración. Nosotros identificamos a los chicos y chicas que tenían problemas de aprendizaje y del neurodesarrollo, les explicamos, junto a sus familias y profesores, cómo se podían corregir y todos aceptaron iniciar el tratamiento. Al cabo de un año, el problema se había resuelto. Y no fue un milagro. Debemos entender que estos niños y niñas tienen un gran pesar por no poder tener un rendimiento académico como los demás y se rebelan contra lo que consideran una injusticia. Pero no es una cuestión de voluntad. El cerebro humano está preparado para ser curioso, resolver problemas, equipararse con los demás, competir y divertirse. Si falla en alguna de estas funciones, no hay que culpar al niño o al adolescente. Hay que buscar la causa psicobiológica que mejor lo explique y que acostumbra a ser, la mayoría de las veces, una disfunción del neurodesarrollo.
Capellades fue la semilla para el nacimiento del programa SJD Mind Escuelas. ¿Qué proyectos están desarrollando actualmente?
Colaboramos con las escuelas Vedruna, el Ayuntamiento de Sant Cugat y el Ayuntamiento de Vic. En escuelas de primaria públicas y concertadas de estas dos poblaciones se están haciendo cribados y diagnósticos de disfunciones del neurodesarrollo en segundo de primaria, lo que quiere decir que en pocos años habrá unos resultados escolares magníficos. Es una política que están implementando los ayuntamientos, pero que sería deseable que la implementara el Departamento de Educación. Al mismo tiempo, una ampliación del programa se ha empezado a desarrollar en las universidades.
¿El problema afecta también a los estudios superiores?
Hoy en día puedes ir pasando cursos con un bajo rendimiento académico y asignaturas suspendidas y llegar a la universidad. Pero según el informe de 2022-2023 del Ministerio de Universidades, entre un 27 y un 33 % de los alumnos universitarios no terminan la carrera, y de ellos, el 22 % no pasan del primer año. Son cifras realmente terribles para el alumnado y sus familias. Y como país supone un terrible gasto económico y de energía productiva. Nuestro grupo de trabajo considera que una gran mayoría de los alumnos universitarios que abandonan sus estudios padecen disfunciones del neurodesarrollo no diagnosticadas ni tratadas en edad escolar. Gracias a la Fundación ”la Caixa”, el año pasado iniciamos un gran estudio de tres años de duración (2023-2026) en alumnos de primer curso de carrera para verificar esta hipótesis de trabajo, que si se confirma cambiará totalmente el enfoque de los consejos, ayudas y abordajes académico-psicológicos que actualmente se ofrecen a estos alumnos en riesgo de fracaso académico.
¿Qué otras mejoras son necesarias en nuestro país, según su opinión?
Las disfunciones del neurodesarrollo deberían ser estudiadas formalmente, de manera obligatoria y en profundidad en todas las facultades de Magisterio y Pedagogía. Actualmente, todas las innovaciones docentes en primaria y ESO topan con la realidad del 20 % de alumnos que no van a poder seguir el ritmo. Pero si se consigue que ese 20 % con dificultades de aprendizaje pueda superarlas, el nivel educativo de toda la clase y del país entero mejorará rápidamente hasta igualar el nivel europeo en unos pocos años.