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Discriminación en el deporte: las reglas no escritas del juego

Ana Cristina Maye, coordinadora general de la Federación de Fútbol de Guinea Ecuatorial y FIFA Guardian.
Ana Cristina Maye, coordinadora general de la Federación de Fútbol de Guinea Ecuatorial y FIFA Guardian.© Adrián Quiroga. Fundación ”la Caixa”

Discriminación en el deporte: las reglas no escritas del juego

Barcelona

28.02.25

8 minutos de lectura
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Todo deporte es una carrera de fondo, pero no todos los jugadores parten desde el mismo puesto de salida. Algunos deben sortear barreras que no aparecen en el reglamento y que condicionan la competición: el género, el color de piel, la orientación sexual. Con el objetivo de reflexionar sobre estas cuestiones y fomentar un cambio real, el ciclo de conferencias «El potencial del deporte como herramienta de inclusión social» ha reunido en el Palau Macaya de la Fundación ”la Caixa”, Centro Internacional de Ciencias Humanas y Sociales auspiciado por la UNESCO, algunas voces clave en la lucha por un deporte más inclusivo.

Ana Cristina Maye, actual coordinadora general de la Federación de Fútbol de Guinea Ecuatorial y FIFA Guardian, descubrió a los pocos años de empezar en el fútbol que ella y sus amigas se enfrentaban a un adversario invisible en el campo: la discriminación por ser mujeres.

En sus primeros partidos en el patio de la escuela en Guinea Ecuatorial, en días tan lluviosos que apenas se podía distinguir «si la pelota era blanca o marrón por el barro», jugaban juntos niñas y niños en el mismo equipo. Pero pronto ese recuerdo quedaría empañado por la sombra de la exclusión. «Una vez anduvimos 32 kilómetros para enfrentarnos a un equipo de otra ciudad. Nos separaron porque decían que los chicos tenían que competir en ligas más profesionalizadas», cuenta. Fue un punto de inflexión. «Me enfadé tanto que dije: “No vuelvo a tocar un balón”». Y no lo hizo.

Decidió que, si no podía estar en el campo, encontraría otra manera de formar parte del fútbol. Aquel choque de realidad la llevó, años después de colgar las botas, a convertirse en la primera mujer en ocupar un cargo de mando en una selección masculina de fútbol A en África. «Fue un revulsivo, mi manera de reconciliarme con el deporte», confiesa.

Declaraciones de Ana Cristina Maye, coordinadora general de la Federación de Fútbol de Guinea Ecuatorial y FIFA Guardian.© Fundación ”la Caixa”

El marcador de la discriminación

Sobre el papel, el derecho a la igualdad en el deporte está reconocido. En su Carta Internacional de la Educación Física, la Actividad Física y el Deporte, la UNESCO afirma que «la igualdad de oportunidades para participar e involucrarse en todos los niveles de supervisión y adopción de decisiones en materia de educación física, actividad física y deporte, ya sea con fines de recreación, promoción de la salud o alto rendimiento, es un derecho de todas las niñas y todas las mujeres que debe ser respetado activamente».

Sin embargo, la paridad está lejos de ser una realidad. Según un informe reciente de la misma UNESCO, el 49 % de las chicas abandona el deporte durante la adolescencia, una tasa 6 veces mayor que la de los chicos; y el 21 % de las deportistas declara haber sufrido al menos una forma de abuso sexual durante su infancia, el doble que sus homólogos masculinos.

El machismo también se vive en las gradas. El 42 % de las más de 1.500 aficionadas encuestadas por la organización benéfica británica Kick It Out afirmaron haber recibido microagresiones durante un partido de fútbol este otoño. Desde ser cuestionadas por su conocimiento de las reglas del juego solo por ser mujeres hasta recibir comentarios condescendientes o piropos no solicitados, la experiencia de muchas seguidoras sigue marcada por una exclusión sutil, pero persistente.

¿Dónde está tu jefe?

Pero si hay un lugar donde la presencia femenina sigue siendo una excepción es en los despachos. Un estudio de la Asociación del Deporte Español (ADESP) de 2022 revelaba que en España solo el 3 % de las presidencias de federaciones deportivas nacionales estaban ocupadas por mujeres y apenas un 7 % de las autonómicas contaban con una mujer al frente.

Alejandra Domínguez: «Las mujeres que están en el mundo de la gestión y la dirección deportiva tienen un mérito tremendo».

«Revertir la inercia masculina es muy complicado», defiende Alejandra Domínguez, directora del Women’s Sports Institute, en una charla sobre el impacto ético y social del deporte celebrada en el Palau Macaya de la Fundación ”la Caixa”. «Hay que valorar en su justa medida a las mujeres que están en el mundo de la gestión y la dirección deportiva porque tienen un mérito tremendo».

Paola Manjón, ganadora de una medalla de oro con la selección española de baloncesto en los Special Olympics World Games de 2023.
Paola Manjón, ganadora de una medalla de oro con la selección española de baloncesto en los Special Olympics World Games de 2023© Fundación ”la Caixa”
Hollie Varney, directora de operaciones de Kick it Out.
Hollie Varney, directora de operaciones de Kick It Out.© Fundación ”la Caixa”
Alejandra Domínguez, directora del Women’s Sports Institute.
Alejandra Domínguez, directora del Women’s Sports Institute.© Fundación ”la Caixa”

Desde que asumiera la coordinación general de la Federación de Fútbol de Guinea Ecuatorial no han sido pocas las miradas que han perseguido a Ana Cristina Maye. «No sé identificar cuándo estoy sufriendo machismo, racismo o clasismo. Vivo en una interseccionalidad constante», asegura. «Llega un momento en que la costra se hace tan dura que ya no duele».

Maye ha vivido en más de una ocasión cómo es ignorada la autoridad que ostenta. «¿Dónde está tu jefe?», le han preguntado innumerables veces. «La jefa soy yo», responde siempre con la misma calma. Incluso hubo un día en que asumieron que el utillero que la acompañaba —el encargado del material deportivo— tenía la última palabra antes que ella.

Lidiar con el síndrome del impostor

Situaciones como esta no son anecdóticas. Para muchas mujeres en el deporte, ocupar un puesto de liderazgo significa convivir con la sensación de que deben demostrar su valía una y otra vez, una presión constante que a menudo se traduce en lo que se conoce como el síndrome del impostor. «Parece que nuestro territorio negociado es el doméstico. Así que tienes que combatir la culpa porque estás en un sitio o en otro y es muy difícil dar la talla en los dos», admite Alejandra Domínguez.

La sensación de no estar nunca lo suficientemente preparadas no es solo una cuestión de falta de capacidad, sino de un sistema hipermasculinizado que las pone a prueba a diario. «Nos están diciendo que no valemos para esto, así que, si me equivoco, no me van a enseñar, me van a eliminar», reflexiona Maye. «No queremos ocupar puestos por cortesía ni para cumplir cuotas. Nos los merecemos, estamos cualificadas. ¿Por qué nuestros currículums no llegan a los despachos?».

La reeducación, clave

Para reescribir las reglas del juego primero hay que identificar aquellas que, de forma sigilosa, perpetúan la discriminación. Ana Cristina Maye apuesta por la reeducación como solución: «No podemos comparar un partido masculino con uno femenino. Es un deporte completamente diferente». Desde su punto de vista, el cambio real se puede desbloquear únicamente en una alianza entre hombres y mujeres. «Si nos unimos, construiremos un mundo más equitativo para las nuevas generaciones», cree.

Hollie Varney: «Pedimos a las personas que denuncien cualquier tipo de discriminación, tanto si están en un estadio como si están viendo jugar a su hijo en el parque».

Denunciar también es fundamental. Desde 2019, la organización Kick It Out, que hace ya más de 30 años que trabaja con futbolistas, clubes y aficionados para erradicar la discriminación en el fútbol inglés, ha recibido 3.874 denuncias de abuso discriminatorio en el deporte. El 42 % de ellas fueron por racismo; el 15 %, por orientación sexual; el 10 %, por religión, y el 6 %, por género. «Pedimos a las personas que denuncien cualquier tipo de discriminación, tanto si están en un estadio como si están viendo jugar a su hijo en el parque», afirma Hollie Varney, directora de operaciones.

Pero la denuncia no basta por sí sola: la pedagogía es clave para prevenir estas situaciones. Por eso, Kick It Out ha puesto en marcha programas educativos dirigidos a futbolistas de academias, entrenadores y directivos. Más de 5.000 jugadores en formación han recibido entrenamiento sobre inclusión en las dos últimas temporadas. «A veces hay falta de comprensión», observa Varney.

Cuando competir significa pertenecer

Además de ser una poderosa herramienta para acercarnos a la anhelada igualdad, el deporte abre también una amplia ventana a la diversidad, la inclusión y la integración. «Para mí ha sido una salvación», dice Paola Manjón, jugadora de baloncesto y ganadora de una medalla de oro con la selección española en los Special Olympics World Games de 2023. «Es mi zona de confort, donde no tengo que aparentar para ser aceptada».

Paola Manjón: «El deporte es mi zona de confort, donde no tengo que aparentar para ser aceptada».

Su trayectoria es el reflejo de una lucha constante contra estereotipos y barreras invisibles. Crítica con la falta de referentes con discapacidad intelectual en el terreno de juego, para Manjón el apoyo incondicional de su madre fue indispensable según labraba su prometedora carrera deportiva: «Siempre ha sido mi impulso». Sin embargo, no tardó en enfrentarse a la frustración. «Cuando descubres tu límite puedes empezar a aspirar más alto y buscar una vía alternativa para acercarte dentro de tus limitaciones», es el consejo que quiere transmitir a las niñas que compartan su mismo sueño.

Ahora las niñas quieren ser Alexia

Que el deporte está avanzando a pasos agigantados hacia un futuro más inclusivo y con él las aspiraciones de las nuevas generaciones es un hecho. «Antes, las niñas querían ser Messi o Neymar. Ahora quieren ser Alexia, Salma, Aitana», subraya, emocionada, Maye. La emergencia de ídolos femeninos en el campo ha sido un fenómeno social y cultural que ha derribado barreras y ha inspirado a las más jóvenes a imaginarse en lo más alto de la competición, a sentirse parte de un espacio que históricamente les fue ajeno: «Carmen Valero, Kathrine Switzer, Ana Carmona: todas ellas fueron mujeres en el deporte, pero les faltó la voz. Ahora nos ponen nombre y rostro», reivindica.

Ana Cristina Maye: «Antes, las niñas querían ser Messi o Neymar. Ahora quieren ser Alexia, Salma, Aitana».

Aun así, el horizonte dista de estar cerca. «Cuando deje de ser noticia que una mujer arbitra un partido [refiriéndose a Stéphanie Frappart], empezaré a relajarme de nuevo», concluye Maye. 

Última actualización: 06 marzo 2025 | 10:15