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12.06.25
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Directora general de Philea y presidenta del Consejo de Administración de Enabel
Solicitar entrevistaEl sector de la filantropía atraviesa un momento decisivo. Las fundaciones y organizaciones dedicadas al bien común se ven obligadas a adaptarse a un entorno internacional cada vez más complejo. En este contexto, Delphine Moralis, directora ejecutiva de Philea (Philanthropy Europe Association), plataforma que agrupa el ecosistema filantrópico en Europa, analiza los retos inmediatos que afronta la filantropía tanto en el contexto regional como en el global.
Como comunidad de organizaciones, nuestra misión es habilitar, empoderar y animar a fundaciones y organizaciones filantrópicas a construir un presente y un futuro mejores impulsando ideas y acciones colectivas, y dando voz al sector en Europa. En nuestra visión, la filantropía utiliza toda su capacidad para configurar y apoyar sociedades plurales, justas y resilientes centradas en las personas y el planeta.
El mundo de la filantropía es un ecosistema muy diverso, pero cuando creamos Philea hace tres años preguntamos a nuestros miembros —que son una amplia representación del paisaje filantrópico— por los temas clave en los que consideraban que la filantropía debía invertir en la próxima década. Respondieron alto y claro: el clima, la democracia y la igualdad.
Desde la pandemia hemos visto que están cambiando las prácticas operativas dentro de las fundaciones para invertir en un enfoque más basado en la confianza, con formas más participativas de hacer filantropía.
También vemos que las organizaciones están reflexionando profundamente sobre su propia estructura interna para garantizar la diversidad en el liderazgo y aplicar los principios de diversidad, equidad e inclusión en toda su actividad.
Además, se está deliberando sobre la duración de los ciclos de financiación y los ciclos estratégicos de las organizaciones. Algunas fundaciones han optado por posiciones muy radicales, como por ejemplo con la decisión de cerrar y gastar todo su dinero en un período determinado de tiempo porque consideran que es lo más eficiente en ese momento. En cambio, otras optan por hacer exactamente lo contrario: mantenerse a perpetuidad e invertir de forma anticíclica para poder destinar la mayor cantidad de recursos a la sociedad cuando hay problemas más graves.
Elaborado junto con todos los miembros de Philea, es un llamamiento a las instituciones europeas para que faciliten la filantropía transfronteriza y se involucren en la creación de un mercado único para el sector. Trata de derribar las barreras para que la filantropía pueda desplegar todo su potencial y contribuir a los grandes desafíos de nuestro tiempo. Se estima, por ejemplo, que las donaciones transfronterizas le cuestan al sector unos 100 millones de euros al año, cantidad que podría invertirse en causas que nos importan. A su vez, la burocracia también genera dificultades para llevar a cabo esa labor de solidaridad y actividad filantrópica.
Lamentablemente, el contexto se está volviendo más complejo en algunas partes de Europa y también en el mundo. Trabajamos en un entorno cada vez más polarizado y hostil en el que la filantropía debe enfrentarse al escrutinio y a una disminución de la confianza en las instituciones.
Algunos de los acontecimientos recientes ya están teniendo un impacto directo. El desmantelamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha creado una brecha muy grande en cuanto al apoyo que existía y las donaciones que se destinaban a comunidades vulnerables en todo el mundo, Europa incluida. También estamos viendo que los Gobiernos europeos, como el de mi país, Bélgica, pero también los de Alemania, Finlandia y muchos otros, están disminuyendo su Ayuda Oficial al Desarrollo (ODA) y reduciendo sus inversiones en otros sectores que están en el corazón de la filantropía.
También observamos que el espacio cívico se está reduciendo. En Europa central y oriental hemos presenciado acontecimientos preocupantes, como la introducción de leyes sobre agentes extranjeros que restringen drásticamente la capacidad de realizar donaciones transfronterizas. O incluso campañas de desprestigio contra organizaciones de la sociedad civil y los actores filantrópicos, en especial si invierten en áreas relacionadas con la democracia o el espacio público. Son acciones que requieren que seamos muy transparentes y elocuentes sobre el lugar y el espacio que ocupamos en el ecosistema y que defendamos juntos los valores que realmente nos unen.
Este contexto nos obliga a unirnos aún más y a reflexionar sobre cómo podemos usar nuestra voz para defender con firmeza la libertad filantrópica. Es absolutamente necesario mantener una colaboración más estrecha e invertir en redes que sirvan de columna vertebral para el sector.
La filantropía es un actor dentro del ecosistema. Trabaja junto con los Gobiernos, los mercados y la sociedad civil. La filantropía puede pensar e invertir a largo plazo, algo que por definición no puede hacer un Gobierno, que celebra elecciones cada cuatro años. Además, tampoco tiene que recurrir a los accionistas, como el sector privado. Por lo tanto, posee esa capacidad única de asumir riesgos, innovar y pensar a largo plazo, y si la utiliza de forma reflexiva puede ser de gran ayuda para cohesionar la interacción de todas las partes: las ONG, el sector privado y los Gobiernos.
En el contexto nacional, la Fundación ”la Caixa” desempeña un papel muy importante en áreas como la pobreza infantil, la reinserción de las personas en el mercado laboral, la investigación médica o la divulgación de las artes y la cultura.
Como socia y miembro de Philea desde hace 26 años ―incluso antes de que fuéramos Philea―, la Fundación también participa invirtiendo tiempo y aprendiendo de otras fundaciones en nuestras redes temáticas. Además, Àngel Font, subdirector general de Investigación y Becas de la Fundación ”la Caixa” y director ejecutivo del Instituto CaixaResearch, es el actual presidente de Philea. Así que la Fundación también ha participado en la delineación de la visión y la misión de Philea. La Fundación ”la Caixa”, una de las fundaciones más grandes de Europa, se involucra e invierte en esas colaboraciones y relaciones internacionales, y en Philea esperamos que siga siendo así.
Las personas conectan con las causas dependiendo de su cultura y de su experiencia personal. No obstante, estamos viendo ciertas tendencias al respecto: según un informe reciente de la Fondation de France, cada vez más jóvenes de Francia están creando fundaciones para contribuir al trabajo filantrópico. Sin embargo, en el informe de la Charities Aid Foundation se dice que, por primera vez en años, se ha detectado una disminución de las donaciones de los jóvenes británicos, que no se sintieron conectados con la labor caritativa. Este dato es una llamada a la acción para que pensemos en cómo estimular la generosidad dentro de la sociedad. La buena noticia es que la filantropía y el amor por la humanidad es algo que todos compartimos de una forma u otra.
Debido al contexto global actual y en línea con nuestras prioridades estratégicas, hemos decidido que 2025 será nuestro año de la igualdad. Ahora estamos trabajando intensamente con nuestros miembros para comprender cuál es la relación entre igualdad y poder en el ámbito de la filantropía.
Además, seguimos creando redes y grupos de trabajo para reunir a personas del ecosistema que deseen aprender juntas y colaborar en temas como, por ejemplo, el desarrollo organizacional.
También continuamos colaborando con las instituciones europeas. Estamos entusiasmados con el lanzamiento de la Estrategia para la Sociedad Civil de la Comisión Europea y también hemos participado en la consulta sobre el marco financiero plurianual.
Por supuesto, al mismo tiempo seguimos ayudando a las fundaciones a buscar inspiración para diseñar un futuro mejor para la filantropía con anticipación, previsión e incorporando nuevas metodologías útiles.
El mundo ha cambiado mucho en muy poco tiempo y los desafíos para la filantropía han aumentado: desde las necesidades de los beneficiarios, los socios y las comunidades a las que servimos hasta el propio entorno filantrópico, que tiene nuevos obstáculos y barreras, como la polarización de la sociedad y el retroceso de la democracia. Las necesidades de la sociedad en áreas como la crisis climática y la creciente desigualdad exigen que la filantropía se reinvente con rapidez y sea más valiente, persistente y decidida.