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17.03.25
8 minutos de lecturaMarc Rueda lleva dos años trabajando en el restaurante Gallito, del Grupo Tragaluz. Tiene síndrome de Down y consiguió su empleo a través del programa de integración sociolaboral Incorpora de la Fundación ”la Caixa”, pero ha sido por su esfuerzo, su constancia y su simpatía por lo que hoy su entorno laboral lo define como un profesional intachable. Con motivo del Día Mundial del Síndrome de Down, el 21 de marzo, acompañamos a Marc en un día de trabajo.
Marc Rueda llega cada día puntual al restaurante Gallito, un local luminoso junto a la playa, con palmeras y terrazas. Rueda lleva dos años haciendo de todo allí y todo bien. Pero los cócteles margarita, a base de azúcar, lima y tequila, son su gran obra.
«Ordeno la sala, llevo las bandejas con la comida, cobro en las mesas, atiendo en la barra... Soy cada vez más rápido y eficiente», asegura Rueda. De ese rendimiento da fe el director del negocio, Willy BellaBiod. Reconoce el trabajo, la capacidad de aprendizaje y las dotes sociales de Marc: «Quiere aprender, acaba lo que empieza, le gusta hacer de todo… No ha dejado de evolucionar». Es uno más del equipo, un compañero diligente que ayuda a cualquiera y cuando sea.
Marc Rueda, no obstante, es mucho más que un trabajador competente. Es una de las casi 35.000 personas con síndrome de Down que hay en España, una de las 23.000 de ellas en edad de trabajar y una de las apenas 1.150 que cuentan con un empleo. De hecho, en España solo trabaja el 30,7 % de las personas con discapacidad. La diferencia es dramática con respecto al casi 74 % de empleo entre el resto de la población. Rueda es un caso excepcional, pero también un rotundo caso de éxito.
Una red de ayuda
El Grupo Tragaluz lleva años trabajando con Incorpora, el programa de inserción laboral de la Fundación ”la Caixa”, y cuenta ya con 18 empleados incorporados gracias a esta iniciativa. Marc Rueda llegó al Gallito a través de la Fundació Catalana de Síndrome de Down (FCSD), una de las entidades de la red Incorpora.
El programa estrecha vínculos entre el sector social y el tejido empresarial. 411 entidades sociales articulan ese trabajo hasta formar una red que apoya por toda España a personas en riesgo de exclusión diseñándoles itinerarios de inserción sociolaboral personalizados. Marc Badia, coordinador del Servicio de Inclusión Laboral de la FCSD, subraya con claridad meridiana la importancia de esta labor conjunta.
«El trabajo en red que hacemos las entidades de Incorpora compartiendo ofertas de empleo hace posible que se multipliquen las oportunidades laborales de las personas en situación de vulnerabilidad ante el empleo a las que acompañamos. El programa consigue así unos resultados excelentes», asegura Badia.
El coordinador del Servicio de Inclusión Laboral, en relación con la posibilidad de trabajar con la misma metodología y bajo el paraguas de Incorpora, remarca: «Todas las entidades tenemos un enfoque común y podemos dar una respuesta más rápida y de mayor calidad a las empresas, que es lo que esperan de nosotros. No hay que olvidar que estamos ofreciendo un servicio a las empresas». Los resultados alcanzados en 2024, con cerca de 40.000 inserciones en más de 15.000 empresas, confirman la fortaleza de la metodología de Incorpora.
Y funciona el boca a boca. En Incorpora reciben con frecuencia solicitudes de colaboración de muchas empresas a las que les llegan los pequeños éxitos de la iniciativa. Badia es optimista: «Cuando lo hacen otras empresas y les va bien, muchas otras se plantean su participación, sabiendo que disponen del acompañamiento de fundaciones como la nuestra, que les aportan seguridad».
Prejuicios sin fundamento
Sin embargo, la falta de conocimiento sobre estos colectivos en algunas empresas aún supone un escollo a la hora de incorporar a estos trabajadores al mercado laboral. Las empresas son expertas en su sector o negocio, pero no tienen el conocimiento y la seguridad necesarios para saber cómo trabajar con personas con discapacidad. Marc Badia afirma incluso que, a veces, todavía se infantiliza a las personas con síndrome de Down, se les menosprecia y se les trata con condescendencia.
De ahí la importancia de sensibilizar y acompañar a las empresas para que se abran a la inserción sociolaboral y descubran lo que pueden aportar estas personas y las ventajas de tener equipos diversos.
Según Willy BellaBiod, no hay que negar las posibles limitaciones que puedan experimentar durante su jornada, comunes a las de cualquier otro empleado, sino contribuir a su aprendizaje y avanzar de la mano. Para el director del Gallito, es parecido al método de un buen entrenador deportivo. Se trata de que los miembros del equipo se conozcan, se valoren y se respeten para potenciar sus virtudes y que saquen su mejor versión. «Nos adaptamos los unos a los otros», añade.
Acompañamiento frente a las dudas
Ante cualquier duda sobre sus competencias, la solución pasa por sensibilizar, formar y acompañar. La labor de los técnicos de Incorpora comienza con el diseño de los itinerarios de inserción y sigue con un acompañamiento no solo en el proceso de contratación sino también durante la adaptación al puesto de trabajo. Los arropan y apoyan sin descanso.
«Marc Badia me ayudó mucho», recuerda el camarero. El seguimiento continuado que llevan a cabo los técnicos de Incorpora incluye acudir al restaurante y hablar con otros empleados y con los responsables del local para interesarse por el día a día de Marc.
El director del restaurante se muestra agradecido. «Colaboramos entre todos, comunicamos cualquier cosa. Y ellos nos ayudan», dice BellaBiod. De lo que se trata, al final, es de estar al lado de las personas en situación de vulnerabilidad, pero junto a las empresas. Y así ganan todos.
Un encanto permanente
El joven, de 27 años, es de Sant Boi de Llobregat y necesita una hora de autobús para llegar a su puesto de trabajo junto a la costa barcelonesa. En los peores días, esos en los que los clientes no dejan de circular y es posible que lleguen 25 peticiones del tirón, Rueda al principio tuvo que apretar los dientes y lidiar con los nervios. Pero siempre levantó la mano cuando debía para pedir ayuda y ahora se desenvuelve con soltura incluso en esos momentos de presión.
Le encanta interactuar con la gente, atender al público, charlar, escuchar. Además, su presencia hace florecer la complicidad entre los camareros y la gente mira con otros ojos el negocio al comprobar lo natural que resulta eso que era tan insólito hasta hace poco. «Todos estamos encantados: el público, los clientes, los trabajadores, el propio Marc… Y para mí ha sido una oportunidad de aprendizaje también», admite el director del local.
Una plantilla diversa mejora el clima laboral y aumenta la productividad de las empresas. Marc Badia argumenta este convencimiento: «Hay estudios que cifran en datos este fenómeno y nuestra experiencia demuestra que, en las plantillas formadas por personas con discapacidad o de culturas y costumbres diferentes, entre otros aspectos, se genera muy buen ambiente de trabajo. Además, brindan una atención mejor y el servicio contribuye de forma más robusta a los resultados corporativos».
Cuestión de dignidad
«Me gusta moverme por mi cuenta», sentencia Marc. Así resume la independencia que aporta un sueldo digno. Su responsable coincide. BellaBiod cree que las personas con síndrome de Down no deben permanecer aisladas. Al contrario: las rutinas laborales les permiten conectar con compañeros, interactuar con semejantes, salir de sus zonas de confort y conocer a personas nuevas casi cada día; romper a vivir, como quien dice, sentirse parte de algo más grande que también les compete.
De repente, algo en apariencia tan ordinario como disponer de dinero en una cuenta cobra una trascendencia vital. «Marc puede salir a tomar algo, gastar en lo que quiera, comprarse una camiseta… Y aprender a controlar sus gastos», afirma Willy BellaBiod.
Estas pequeñas acciones cotidianas demuestran que la inserción laboral va más allá de un sueldo mensual. En el fondo, la meta final de proyectos como Incorpora es darles a personas como Marc lo que les es propio, lo que nunca debieron arrebatarles desde el comienzo de los tiempos: respeto y dignidad. Así pueden participar como miembros activos en los asuntos que preocupan a la sociedad de la que forman parte, en la economía que rige sus costumbres y en la cultura que les alegra el alma. Están en disposición de tomar las riendas de sus vidas.
Rueda cuenta al respecto, con los pies en la tierra, por qué cree que su experiencia puede servir de ejemplo: «Aporto experiencia. Y demuestro que con disciplina y esfuerzo se llega lejos». Y desde una humildad muy contenida recomienda paciencia a otras personas con síndrome de Down que aún aguardan su oportunidad: «Que estén tranquilos. En cualquier momento va a aparecer una oferta».