La curiosidad de Alicia y su huella hasta hoy en cinco ámbitos
17.10.24
15 minutos de lecturaLos mundos de Alicia. Soñar el país de las maravillas propone un viaje onírico a los orígenes, las adaptaciones y las reinvenciones artísticas de Alicia en el país de las maravillas a través de cinco ámbitos.
Las aventuras de Alicia comenzaron como una historia imaginaria que Charles Lutwidge Dodgson fue narrando a Alice Liddell y a sus hermanas a lo largo de una «tarde dorada» de 1862. Lo que aparentemente era un cuento infantil acabó convirtiéndose en una expresión de temas universales que abordaban aspectos de la cultura, la política y el conocimiento científico de la época. Para crear la historia, Dodgson se inspiró en su propia vida, en sus estudios en la Universidad de Oxford y en el mundo que lo rodeaba. Los libros de Alicia reflejan una sociedad cambiante y una época transformadora marcada por la industrialización y la globalización, la que conocemos como «era victoriana».
En su escritura, Dodgson supo entrelazar ese contexto histórico con sus intereses personales, como la lógica, los acertijos y los juegos de palabras. De hecho, su seudónimo es una versión invertida de sus dos primeros nombres en latín: Charles Lutwidge se convierte en Ludovicus Carolus y de ahí en Lewis Carroll. Dodgson trabajó meticulosamente con los editores Macmillan & Co. y con el ya reconocido ilustrador John Tenniel para crear la primera edición de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas. Las inolvidables interpretaciones de Tenniel de los personajes fueron clave en el éxito del libro y de su secuela, A través del espejo y lo que Alicia encontró allí.
A principios del siglo XX, el cine comenzó a convertirse en la principal forma de entretenimiento popular. El nuevo medio permitió que Alicia llegara a un público amplio y global. Los estudios cinematográficos advirtieron el potencial comercial contenido en la historia de Carroll: ingeniosa pero al mismo tiempo familiar, permitía hacer alarde de las incipientes tecnologías cinematográficas, así como mostrar vestuarios extravagantes y escenarios fascinantes. Las adaptaciones de los libros de Alicia para la gran pantalla han dado lugar a algunas de las secuencias más espectaculares de la historia del cine, en las que vemos desde primitivos trucos de montaje hasta imágenes generadas por ordenador, ya en el siglo XXI.
El cine también amplió los límites de interpretación de los libros de Alicia al abrir las historias a nuevos públicos. Durante los últimos cien años, los cineastas han adaptado la obra de Lewis Carroll de diversas maneras: como musical de Hollywood, como película de autor con contenido político, como stop motion psicoanalítico o como película de aventuras desarrollada mediante animación.
La incorporación de Alicia a la pantalla ha influido decisivamente en el modo en el que vemos o imaginamos a la propia Alicia, así como en la difusión de sus andanzas a nivel mundial. Su aspecto icónico, hoy reconocible en todo el mundo, proviene del cine, que ha alimentado su mito y lo ha instalado para siempre en el imaginario popular.
Alicia Muda
La primera adaptación cinematográfica de Alicia, dirigida por Cecil Hepworth y Percy Stow, se remonta a 1903, solo cinco años después de la muerte de Lewis Carroll. Con sus diez minutos de metraje, fue la película más larga producida hasta entonces en Gran Bretaña. En ella se emplearon trucajes en ese momento innovadores para resolver escenas como la del pasaje en el que Alicia se encoge. Según uno de los directores, trataron de adaptar la historia «con toda la precisión a nuestro alcance y con una fidelidad reverencial, en la medida de lo posible, a los célebres dibujos de Tenniel».
La versión posterior del director estadounidense W. W. Young siguió el tratamiento técnicamente ambicioso y fiel al texto aplicado por sus predecesores. Estrenada en 1915 y con una duración de más de cincuenta minutos, recrea minuciosamente pasajes de diálogo mediante intertítulos. Los intérpretes llevan máscaras que les cubren toda la cabeza y trajes que replican las ilustraciones de Tenniel de una manera cuidada y sofisticada.
Alicia en Hollywood
En 1932, para conmemorar el centenario del nacimiento de Lewis Carroll, Alice Hargreaves (de soltera Liddell), la verdadera Alicia, ya octogenaria, viajó a Estados Unidos. Justo un año antes, el inmortal personaje había hecho su debut en el cine sonoro. Aprovechando aquella «fiebre aliciana», el cine de Hollywood remodeló el aspecto de Alicia para adaptarlo a un público más amplio y comenzó a presentarla menos como una niña y más como una joven que luce prendas glamurosas y una melena rubia platino. Mientras el avance de la tecnología audiovisual permitía dar vida a un país de las maravillas en technicolor, los estudios proponían finales alternativos a los de los libros originales con el fin de satisfacer a un público cinematográfico formado en los modos de representación y valores impuestos por la industria de Hollywood.
Dysney: la consolidación de un icono
Ninguna adaptación cinematográfica ha tenido más impacto cultural que la Alicia en el país de las maravillas que Disney estrenó en 1951. Walt Disney siempre había estado interesado en los libros de Alicia y comenzó a planificar un largometraje ya en la década de 1930. Sin embargo, otras producciones, algunos momentos de bloqueo creativo y la devastación de la Segunda Guerra Mundial lo retrasaron.
Lo que consiguió desbloquear el proyecto fue la capacidad visionaria de la artista Mary Blair y la redacción de un guion muy dinámico que mezclaba escenas tanto de Alicia en el país de las maravillas como de A través del espejo. La película presentaba secuencias muy audaces y técnicamente ambiciosas, una banda sonora memorable y una estética visual que era todo un prodigio de inventiva. Aunque no fue un éxito inmediato, muchos la consideran la adaptación definitiva de la obra de Carroll e incluso un clásico de culto. Más de medio siglo después, en 2010, una nueva película, dirigida por Tim Burton para Disney, acercó a Alicia a una nueva generación.
Visiones alternativas y globales
Fuera del marco del cine comercial, varios cineastas han aportado nuevas visiones creativas a los libros de Alicia, en muchos casos apartándose casi por completo del texto y de las ilustraciones originales. Bajo la mirada de creadores más experimentales, las historias de Carroll revelan el potencial de la mitología que subyace en los libros de Alicia como fuente de estudio psicológico y experimentación artística.
El país de las maravillas es, además, un lugar inespecífico e indefinido y, por tanto, adaptable a diferentes geografías, culturas y sociedades. En España y Argentina, el «país de las maravillas» ha sido una metáfora política de la represión militar y el adoctrinamiento estatal que ambos países sufrieron. En el terreno de la animación, encontramos una película soviética en la que Alicia recita una cancioncilla contra el imperialismo occidental. Y, por supuesto, Japón, donde el nivel de fascinación por las aventuras de Alicia es incomparable; allí, las historias de Carroll se han convertido en un fenómeno cultural y son una de las fuentes más populares para el manga y el anime.
A lo largo del siglo XX, ha habido dos momentos en los que el influjo de Alicia en la creación artística ha sido especialmente palpable: por un lado, el surgimiento del surrealismo en los años veinte; por otro, la década de los sesenta con todas las transformaciones que trajo consigo.
Los temas más oscuros del país de las maravillas y su viaje al inconsciente sedujeron a numerosos artistas vinculados al surrealismo; el rico material que proporcionaba el mundo fantástico de Carroll les ayudó en sus investigaciones en torno al mundo de los sueños, la distorsión de la percepción o los cruces entre realidad y ficción. Más adelante, en 1965, el centenario de la primera publicación de Alice’s Adventures in Wonderland coincidió con un renovado interés por la época victoriana y la oportunidad de analizar los libros originales desde una época nueva. Nuevos artistas experimentales aprovecharon la fascinación que suscitaba todo lo relacionado con el país de las maravillas, pues el anárquico sindiós de aquellos libros casaba bien con el espíritu de rebelión de la década de 1960; al mismo tiempo, personajes como un conejo que habla, un gato sonriente o una oruga que fuma en pipa parecían apelar directamente al movimiento psicodélico.
Para artistas plásticos, músicos, cineastas y otros creadores, el modo en que Alicia cuestiona la línea entre la percepción y la realidad, así como su creciente sentido de autodeterminación y desafío, la convirtieron en un símbolo antiautoritario de la contracultura.
Surrealismo
El surrealismo tenía entre sus objetivos el de transformar nuestra percepción del mundo y exponer las contradicciones del ser humano explorando universos aparentemente ilógicos para, en definitiva, cambiar la vida. Recurrió al inconsciente para desbloquear aspectos relacionados con la represión, la sexualidad, el deseo y la violencia. En 1924, el fundador del movimiento, André Breton, declaró que «todo el mundo tiene el poder de acompañar a una Alicia cada vez más bella al país de las maravillas».
Los surrealistas se aferraron a las ideas e imágenes del texto de Carroll, como la lucha de Alicia por crecer y liberarse en un reino adulto aparentemente sin sentido, y su transición entre mundos reales y oníricos, para inspirar sus creaciones. Pero no todos de una manera unánime. Resulta interesante, de hecho, el contraste entre las visiones masculinas y femeninas de Alicia en el seno del grupo: mientras que para ellos primó la fascinación por Alicia como femme-enfant (el arquetipo de la mujer-niña), para las artistas mujeres, el personaje creado por Carroll fue ante todo una personificación de la emancipación, un ser con el que identificarse, la posibilidad de autorretratarse como otra.
Los años sesenta: psicodelia y cultura del
consumo
La cualidad atemporal de Alicia en el país de las maravillas ha permitido a cada nueva generación encontrar sus propias ideas y modas reflejadas en la narración. En los años sesenta, una década de contracultura revolucionaria y búsqueda de conocimientos alternativos como la psicodelia, la recuperación de las extrañas historias y personajes de Carroll coincidió con el advenimiento de una sociedad que cambiaba radicalmente.
En el Reino Unido, artistas como Peter Blake y Ralph Steadman redefinieron el contexto social y político de Alicia a través de sus ilustraciones, mientras que el director Jonathan Miller capturó la fascinación por Alicia en su histórica película de 1966, que también se hizo eco de un interés contemporáneo por la época victoriana. Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, los libros de Alicia se convirtieron en un estímulo creativo para ciertas experiencias multisensoriales, para un arte alucinógeno y para las propuestas de algunos artistas conceptuales.
Pocas obras literarias pueden presumir de la popularidad que han alcanzado los libros de Alicia. El simple inicio de la frase «Alicia en...» ya evoca instantáneamente las imágenes del país de las maravillas en nuestra mente. Reconocer con tanta facilidad a sus icónicos personajes, los temas que trata o ese lenguaje tan juguetón ha sido el común denominador que ha permitido múltiples interpretaciones y versiones de las historias de Carroll.
Se puede decir que Alicia ha ocupado muy diversas «escenas», desde el teatro, la música y la danza hasta la parodia y la sátira política, pasando incluso por ese escenario paralelo que es la realidad virtual. Ya que la realidad supera en ocasiones los límites de lo imaginable, ninguna metáfora parece tan potente como la de un país maravilloso en el que el sinsentido toma el poder.
La escena política
Prácticamente desde su aparición, las historias de Alicia han sido un ingenioso instrumento para burlarse de quienes ostentan el poder, ya sea la realeza o los gobernantes, con frecuencia vistos como personajes tan cargados de sinsentido como los que inventó Carroll. Escritores y dibujantes satíricos han dado a la política y al escenario geopolítico el aspecto del país de las maravillas; en su trabajo recorren desde la Segunda Guerra Mundial hasta el impacto de la economía global, desde las reivindicaciones de las sufragistas de principios del siglo XX hasta el reciente Brexit.
La escena teatral
Los libros de Alicia tienen sin duda un componente teatral; por eso, sus diálogos, personajes y episodios se adaptan fácilmente a la escena. Sobre las tablas, Alicia ha dado vida a espectáculos que van desde el mero entretenimiento hasta la reivindicación política y social. También el mundo de la danza se ha fijado en Alicia. La estructura por episodios del libro ayuda a los coreógrafos a introducir nuevas formas y estilos de baile para cada personaje o escena.
El teatro del país de las maravillas continúa evolucionando, adopta y refleja la moda, la tecnología y la cultura de cada momento, al tiempo que inspira a cada nueva generación de intérpretes. Desde los relatos tradicionales hasta los que renuevan la historia para el público contemporáneo, el país de las maravillas sigue siendo hoy una fuente de inspiración para diseñadores, directores, coreógrafos, compositores y dramaturgos.
El país de las maravillas,
¿hecho realidad?
Cada diseñador ha tenido la libertad de imaginar su personal país de las maravillas, pero también se ha enfrentado al reto de medirse con un verdadero icono cultural. Las historias de Alicia ofrecen innumerables oportunidades para la invención, no solo a través de nuevos contextos sociales y políticos, sino también mediante el uso de medios y tecnologías de vanguardia.
A medida que avanza el diseño digital, los límites de lo que es posible en el país de las maravillas se han ido expandiendo. Los especialistas han comenzado a experimentar con la creación de un territorio que se despliega en el espacio digital a través de realidades expandidas como la realidad virtual. Al igual que Las aventuras de Alicia tendieron un puente entre la realidad y la ficción, también lo hacen las nuevas compañías teatrales y los diseñadores de experiencias inmersivas para así aproximarla a nuevos públicos.
Las aventuras de Alicia y su crecimiento personal en su tránsito por el país de las maravillas siguen ofreciendo en la actualidad una lente a través de la cual examinar la sociedad y comprendernos mejor a nosotros mismos y nuestro mundo. Si atendemos a la inagotable curiosidad, independencia y sed de aprendizaje del personaje, llegamos a la conclusión de que hoy en día cualquiera podría ser, de alguna manera, Alicia. La lectura de sus libros invita a imaginar mundos extraordinarios y a desafiar las percepciones establecidas del universo y las normas morales heredadas o impuestas. Y nos recuerda que Alicia fue un personaje, pero también una persona: es decir, plantea el enigma de la identidad.
El país de las maravillas sigue así inspirando todo tipo de creaciones, desde la moda a la ciencia, desde la música al arte. En la historia de Carroll, Alicia se hace más fuerte cuanto más cuestiona y experimenta. Las nuevas generaciones pueden mirar a Alicia como un símbolo de empoderamiento y entender su viaje como una forma de explorar la propia identidad y de fomentar el espíritu crítico.
¿Más allá de la leyenda?
Alice Liddell
Alice Liddell creció hasta convertirse en una joven de gran talento y gusto por la aventura. A los 19 años emprendió un grand tour por Europa junto a sus hermanas Edith y Lorina, durante el cual realizó dibujos de los lugares de interés que visitaban para que su tutor, John Ruskin, los evaluara. Socializó con el círculo bohemio de la Isla de Wight, conoció en persona a la reina Victoria y se casó con el banquero Reginald Hargreaves. Sin perder nunca su mentalidad curiosa y resuelta, la Alice adulta mantuvo el contacto con Dodgson hasta la muerte del escritor en 1898.
Pasarela Alicia
El país de las maravillas no ha impuesto una sola estética en la vestimenta, sino muchas. El look de Alicia ha inspirado todo tipo de tendencias, tanto en la alta costura como en la moda callejera. Diseñadores, artistas, fotógrafos o simplemente personas que abren el armario cada día siguen fijándose en las descripciones de Carroll y en las ilustraciones de Tenniel para generar interpretaciones personales, potentes y variadas de todo lo que viste ese mundo fantástico.
Muchos diseños se basan en motivos e imágenes que ya resultan familiares, como los naipes, las piezas de ajedrez, los sombreros de copa o el característico color «azul Alicia», todo ello aderezado con un toque victoriano. Desde el vestido inspirado en Dior de la película de Disney hasta la fascinación actual por las cintas para el pelo, diademas y otros tocados, Alicia lleva más de un siglo y medio reinando como un verdadero icono de estilo.
Alicia, afirmación de
identidades
En las páginas de los libros de Carroll, Alicia cambia de forma, de tamaño, pasa de una a otra dimensión… y se enfrenta repetidamente a la pregunta «¿Tú quién eres?» Las situaciones inquietantes y transformadoras con las que se encuentra le obligan a afirmar su identidad, a no olvidarla, al mismo tiempo que la va construyendo.
Hoy en día, artistas que exploran temas como la adolescencia, el género o la psicología se fijan en los aspectos menos visibles de sus aventuras. Para algunos, la historia de Alicia, que crece y se convierte en reina, es una declaración de empoderamiento femenino; para otros, ese y otros pasajes contienen connotaciones coloniales negativas. El trabajo de estos creadores nos invita, desde los ojos de Alicia, a examinar las ideas de identidad, poder y verdad.