
CaixaForum Barcelona estrena Rubens y los artistas del Barroco flamenco, que atesora 62 obras de las colecciones del Museo del Prado que reflejan la fuerza creadora del máximo exponente del Barroco flamenco en diálogo con otros artistas de su época: Van Dyck, Jordaens o Brueghel. Estructurada en nueve ámbitos temáticos, la exposición cuenta con un universo paralelo de actividades para enriquecer la propuesta.
La directora de CaixaForum Barcelona, Mireia Domingo; el director del Museo Nacional del Prado, Miguel Falomir, y el comisario de la exposición y técnico de museos del Área de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado, José Juan Pérez Preciado, han presentado este miércoles la exposición inédita Rubens y los artistas del Barroco flamenco. Colecciones del Museo del Prado.
Se trata de la sexta exposición organizada conjuntamente entre la Fundación ”la Caixa” y el Museo Nacional del Prado que llega a CaixaForum Barcelona, tras Goya. Luces y sombras (2012); La belleza cautiva. Pequeños tesoros del Museo del Prado (2014); Velázquez y el Siglo de Oro (2018-2019); Arte y mito. Los dioses del Prado (2018-2023),y XIX. El siglo del retrato. Colecciones del Museo del Prado. De la Ilustración a la modernidad (2023-2024). Ambas instituciones mantienen una alianza estratégica desde 2011 para acercar al público parte del rico legado artístico que custodia el Museo Nacional del Prado.

La exposición, que se podrá visitar hasta el 21 de septiembre en CaixaForum Barcelona, cuenta con una puesta en escena sobria y elegante, y se divide en una introducción y nueve ámbitos temáticos, no cronológicos:
- Introducción
- La creación arrebatada
- Pasiones divinas
- Imagen y Contrarreforma
- Mecenazgo y coleccionismo
- Arte y poder
- La nobleza de la pintura
- Rostros y personalidades
- Dentro y fuera
- Naturaleza viva, naturaleza muerta

Pedro Pablo Rubens (1577-1640), considerado un artista fundamental en la historia del arte y en su momento, ya era admirado como uno de los más potentes creadores artísticos de la historia. Su figura, con numerosos seguidores, fue clave en el desarrollo del Barroco flamenco. Trascendió su condición de artista, pues fue un erudito y un gran conocedor de la Antigüedad, especialmente de la filosofía estoica. También fue buen orador y políglota, lo que le abrió las puertas de las casas reales de Europa: fue requerido por diferentes cortes a lo largo de su vida.
En el aspecto artístico destacan sus arrebatadas composiciones, llenas de un dinamismo casi violento y de una expresividad fuertemente sensual, características que se convirtieron en fundamentales en la estética del Barroco. Su inmensa producción y su arrolladora personalidad impulsaron la renovación de la creación artística en la Flandes del siglo XVII. Animados por su espíritu, diferentes autores locales siguieron la estela creativa de Rubens o desarrollaron personalidades paralelas, como refleja esta exposición. Así, el Barroco flamenco constituye uno de los momentos más sugerentes y visualmente más atractivos de la cultura occidental.
La exposición evidencia estas premisas a través de las ricas colecciones del Museo Nacional del Prado.Se exhiben no solo algunos de los más espectaculares cuadros de este artista y de otros relevantes pintores, como Anton van Dyck, Jacques Jordaens, Jan Brueghel el Viejoo David Teniers, que cuelgan habitualmente de las paredes del museo, sino también un amplio conjunto de grabados, dibujos, marfiles, objetos de plata y libros procedentes de sus fondos menos conocidos que completa la visión de la excelencia alcanzada por la creatividad flamenca del Barroco.
Son obras que ilustran la intensa carga intelectual y estética que marcó la producción de Rubens y de sus coetáneos flamencos, y que hoy, 400 años después, sigue despertando atracción y fascinación tanto por la espectacularidad de su arte como por la sutileza de las ideas que transmiten.

Bienvenidos
al taller de Rubens
Una recreación escenográfica del taller de un artista, similar al que dirigía Rubens —con caballetes, sillas nobles, marcos y otros materiales de trabajo— da la bienvenida a los visitantes de la exposición con el fin de introducirlos en la atmósfera de un espacio artístico de trabajo durante el Barroco flamenco.
También a modo inicial de presentación, los visitantes encontrarán un grabado de la figura de Rubens en el que se autorrepresenta como un singular caballero con título nobiliario, una pieza que ha sido restaurada para la ocasión.



El primer ámbito, «La creación arrebatada», muestra al artista polifacético en extremo que fue Rubens. Pintor, erudito, cortesano, diplomático y coleccionista, su cosmopolitismo y su amplia cultura, unidos a su actitud transcendental y vibrante ante la vida y el arte, resultan absolutamente inusuales en un artista de los Países Bajos en ese momento.
Lo espectacular de sus composiciones pictóricas fue el reflejo de una exaltada pulsión creativa que lo llevó a estudiar y copiar obras de artistas anteriores, tanto de la Antigüedad como del Renacimiento y de la tradición local flamenca; obras que en ocasiones modificaba, como si pretendiera perfeccionarlas, y que supusieron la llegada al norte de imágenes paradigmáticas de un pasado artístico grandioso. Además, como gran amante de la cultura clásica, el artista incorporaba a sus pinturas esas piezas escultóricas del pasado. Entre ellas destaca la manierista La Última Cena de Maarten van Heemskerck, que el mismo Rubens retoca con toques en blanco para darle unas tonalidades distintas.
Fue un fabuloso dibujante, diseñó tapices, obras de arquitectura, portadas de libros y decoraciones efímeras para ceremonias públicas siempre con espíritu erudito y con gran capacidad imaginativa y plástica. La pasión que sentía por la creación lo llevó a coleccionar todo tipo de piezas, desde cuadros y esculturas hasta libros y objetos suntuarios, que atesoró en una espectacular casa taller en Amberes.

Cabe destacar también la obra La muerte de Séneca, realizada por Rubens y su taller, en la que se muestra al filósofo suicidándose mientras sus discípulos toman sus últimas notas. La pintura, inspirada en la cara de una escultura antigua que representa a un pescador, formalmente demuestra el interés del artista por revisar el pasado.
En su viaje a Italia estudió a grandes maestros del Renacimiento, como Rafael, Tiziano y también Leonardo da Vinci. De hecho, dibujó también La batalla de Anghiari, a la que Da Vinci dedicó un fresco en el Palazzo Vecchio de Florencia, actualmente desaparecido. Gracias al interés de Rubens por el pasado, podemos acercarnos a ese fresco del maestro del Renacimiento.
También se puede ver alguna de las múltiples portadas que hizo para distintas publicaciones. Como ejemplo figura la portada de Opera quae extant. Chronicon et adversaria…, que Rubens dibujó y que el grabador Cornelis Galle el Joven acabó. Así mismo es posible contemplar tapices, como delata el boceto en la obra que representaría a Aquiles descubierto entre las hijas de Licomedes, un boceto que deja entrever la moraleja que a menudo escondían sus cuadros sobre la mitología clásica.
Pasiones divinas: la mitología clásica en el Barroco flamenco

En el segundo ámbito, «Pasiones divinas», se indaga en los temas característicos de la pintura barroca flamenca, entre los que sobresale la mitología clásica. De hecho, este ámbito acoge la pintura El juicio de Paris, de Rubens, una de las obras más singulares y destacadas de la muestra, que ha sido restaurada para la ocasión. De hecho, en este enlace se puede leer una crónica de la llegada de la obra, así como descargar imágenes del proceso de desembalaje.

De producción tardía, la obra muestra el interés de Rubens por la Antigüedad y las representaciones relacionadas con mitos clásicos, el estudio de Las metamorfosis de Ovidio y la representación de la sensualidad, entre otros. En este óleo de gran formato, el príncipe troyano Paris debe elegir a una de las tres diosas, que le ofrecen a cambio amor, sabiduría o poder, y él se decanta por Venus (que representa el amor), desencadenando así el inicio de la Guerra de Troya.
Otro de los cuadros de este ámbito es Diana y sus ninfas sorprendidas por sátiros, en el que Rubens introduce uno de sus temas favoritos, con personajes mitológicos disfrutando del amor y de la naturaleza. Desde el punto de vista artístico, Rubens refleja aquí su investigación de la Antigüedad y el Renacimiento. Esta pintura forma parte de una serie de obras sobre caza, típicas de ese momento histórico.
En El rapto de Europa, representación de otra de Las metamorfosis de Ovidio, se puede ver cómo plasma el artista las bases de una pintura a través de un boceto, que sirve para ver cómo trabajaba y realizaba propuestas a otros artistas de su entorno. Cerca de este óleo sobre tabla, se puede ver un lienzo a tamaño natural con el mismo título, pero del artista Erasmus Quellinus, trabajado sobre la base de la propuesta original de Rubens.
También se suceden obras como el dibujo Nacimiento de Apolo y Diana, que ha estado expuesto en muy pocas muestras. Al hilo de Rubens y de su interés por la mitología, otros artistas siguieron su influencia. Se pueden ver aquí otras obras, como Apolo vencedor de Pan, de Jaques Jordaens, y la delicadísima Danza de niños con el dios Pan, tallada en marfil por Lucas Faydherbe.

Gran renovador de la iconografía religiosa
En el tercer ámbito, «Imagen y Contrarreforma», destaca la figura de Rubens como renovador de la iconografía religiosa. Como consecuencia de las guerras de religión de la segunda mitad del siglo XVI, buena parte del patrimonio religioso de los Países Bajos fue destruido por los iconoclastas protestantes y los interiores de muchas iglesias quedaron vacíos.
Esta circunstancia, unida al nuevo impulso propagandístico de la Contrarreforma católica, supuso una oportunidad única para Rubens y la nueva generación de artistas flamencos. La fuerza creativa de Rubens se puso al servicio de los nuevos ideales religiosos con imágenes cargadas de tensión, emoción, violencia y fe, a través de enormes cuadros de altar para iglesias y catedrales o de pequeñas pinturas para oratorios particulares, caso de su Descanso en la huida a Egipto con santos, que perteneció a Carlos I de Inglaterra.
También sobresalen obras como La Piedad de Anton Van Dyck, que pintó bajo la premisa de unos postulados más sensuales, más atractivos y menos violentos que Rubens. Cerca también figura La Piedad de Jordaens, cuyo brazo muerto recuerda al mítico Descendimiento de Rogier van der Weyden, que se puede ver en el Prado.

En el Entierro de Cristo de Jordaens se puede apreciar cómo utilizó el artista la técnica del dibujo con tintas, en contraste con la técnica pictórica de su obra La Piedad.
En alusión a los grandes cuadros para altar se muestra La matanza de los inocentes, obra que fue realizada por Paulus Pontius a partir de un gran cuadro de altar de Rubens, que habitualmente se encuentra en Múnich y que sorprende por su fuerza y su violencia visual. En contraposición se puede ver otro dibujo, La visión mística de Hermann-Joseph, del mismo artista, en el que reproduce una pintura de Van Dyck con una estética más devota, pero también atractiva.
Este ámbito culmina con El nacimiento de la Virgen, de Erasmus Quellinus, de estética más clasicista, con alusiones a elementos arquitectónicos propios de la Antigüedad, como un tímpano griego, y también columnas salomónicas del Barroco.
Nacimiento del coleccionismo durante el Barroco
En el cuarto ámbito, «Mecenazgo y coleccionismo», se analiza cómo nace la cultura del coleccionismo en Flandes durante el periodo Barroco. La riquísima producción artística del Barroco flamenco disfrutó del amplio impulso proporcionado por una serie de amantes del arte que ampararon a los artistas y gustaron de atesorar sus creaciones.
Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II y gobernadora de los Países Bajos, supo ver el potencial del arte flamenco para proclamar la prosperidad de los territorios bajo su mando. Los pinceles de Rubens se sumaron a la causa isabelina junto a los de otro protegido suyo, Jan Brueghel el Viejo, especializado en paisajes y temas de naturaleza muerta. La colaboración entre ambos dio lugar a obras en las que la belleza plástica y la delicadeza fueron tan relevantes como el mensaje de excelencia cultural que se quería transmitir y que se pretendía que llegara a la corte española, a donde se enviaron numerosas de estas pinturas.

Este ámbito incluye la pintura de La infanta Isabel Clara Eugenia, de Rubens y Jan Brueghel el Viejo, considerado otro de los artistas más destacados de la época. Ella gobernó durante la vida artística de Rubens y se convirtió en gran mecenas del artista.
También se expone un destacado óleo de Jan Brueghel el Viejo y Giulio Cesare Procaccini: Guirnalda con la Virgen, el Niño y dos ángeles, una obra colaborativa posiblemente encargada por Federico Borromeo, cardenal arzobispo de Milán, erudito en arte y mecenas de ambos artistas. Las representaciones de la Virgen rodeada de flores se desarrollaron en gran manera entre los artistas flamencos de principios del siglo XVII como respuesta a la Reforma protestante, que rechazaba la representación de imágenes devocionales.
Otro de los cuadros destacados es el lienzo de gran formato La Vista y el Olfato, de Jan Brueghel el Viejo, Hendrick van Balen y Frans Francken II y otros, que representa muy bien el nacimiento y el auge del coleccionismo en los Países Bajos en ese momento. Esta obra y su pareja, El Gusto, el Oído y el Tacto, enviadas a la corte de Madrid, son réplicas de dos cuadros perdidos que el Ayuntamiento de Amberes regaló a los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia para demostrar la riqueza, exuberancia y progreso de la tierra flamenca.

La pintura La visión de san Huberto, de Rubens y Brueghel el Viejo, muestra un tema específicamente flamenco con la historia de este santo, patrón de los Países Bajos que llevaba una vida disoluta y se convirtió tras experimentar una epifanía cuando, entre las astas de un ciervo al que estaba a punto de dar caza, se le apareció una cruz. La obra perteneció al marqués de Leganés, uno de los principales admiradores de la pintura flamenca en la corte de Felipe IV.
En este ámbito figura también la obra Florero, que pone de manifiesto la gran excelencia pictórica alcanzada por Brueghel el Viejo con una precisión casi botánica. El jarrón plasmado por el pintor es de procedencia china, lo que demuestra la importancia comercial de Amberes durante esa época.
Propaganda
religiosa y política
El quinto ámbito, «Arte y poder», evidencia el modo en que el arte flamenco se convirtió en una excelente herramienta destinada a la comunicación política. En una España inmersa en continuas guerras contra el mundo protestante, su difusión estuvo en muchos casos vinculada a la propaganda religiosa, a cuyo servicio había puesto Rubens sus creaciones artísticas.
Dada su capacidad diplomática y sus maneras cortesanas, Rubens realizó retratos de los gobernantes de toda Europa que con frecuencia influyeron en artistas locales. También abordó composiciones alegóricas a la medida de los poderosos donde combinó una fuerza plástica formidable con un mensaje propagandístico muy eficaz.
Además de Rubens, otros pintores, grabadores, poetas y eruditos que estuvieron también al servicio de los mismos poderes crearon obras artísticas que celebraban las glorias militares y políticas de los príncipes europeos. El origen de las piezas que aquí se presentan es, en su mayoría, la Colección Real española, germen del Museo del Prado, puesto que fueron creadas para ensalzar las glorias de España en tiempos de Felipe IV.
La obra más destacada de este ámbito es La Inmaculada Concepción de Rubens, cuya devoción llegó a ser un asunto de Estado para España y que fue pintada en una única ocasión por el artista flamenco. La obra fue regalada al marqués de Leganés, uno de sus mayores admiradores y su gran protector en la corte madrileña, el mismo año en que se debatía en España la aceptación del pintor como diplomático al servicio de Felipe IV. El marqués de Leganés la entregó al rey. El dogma de la Inmaculada Concepción no fue aprobado hasta el siglo XIX, pero en el siglo XVII fue un tema candente.
Para el Retrato alegórico del conde-duque de Olivares, Rubens utilizó como modelo el retrato que Velázquez hizo del valido de Felipe IV para diseñar una alegoría política que exaltaba su figura como gobernante, luego llevada a la estampa por Paulus Pontius.
Las batallas se convirtieron en otro de los temas recurrentes con fines propagandísticos. Este es el caso de Isabel Clara Eugenia en el sitio de Breda, de Peter Snayers, obra en la que el artista plasma el asedio español a Breda, que se prolongó casi un año, entre 1624 y 1625. En primer plano aparece la gobernadora Isabel Clara Eugenia junto al general Ambrosio de Spínola en el campo de batalla tras la victoria.
Esta obra de Snayers, gran especialista en la representación pictórica de batallas, se expone cerca del aguafuerte de Jacques Callot El sitio de Breda, en el que describió los detalles del sitio de Breda en seis minuciosas estampas que, unidas, podían colgarse al modo de las pinturas de Snayers.
El
cultivo del retrato y los estudios de la figura humana
El cultivo del retrato y los estudios de la figura humana a partir de modelos tomados del natural, que luego eran utilizados en los personajes de los cuadros, fueron muy frecuentes en los artistas flamencos del Barroco. La habilidad para representar los detalles físicos de los retratados se une a un evidente afán por captar su personalidad, así como por proyectar imágenes muy individualizadas con claros tintes propagandísticos.

Pero los medios para lograrlo son distintos y siempre muy personales, y abarcan todos los soportes y técnicas, desde retratos al óleo hasta dibujos y grabados. En ellos, cada artista utiliza técnicas y composiciones muy diversas, desde la pincelada suelta de Rubens hasta la más estereotipada de artistas de otra generación, como Frans Pourbus el Joven; desde las escenas vehementes de Van Dyck hasta otras más clásicas, como las de Jordaens, quien sin embargo emplea una técnica muy suelta en sus estudios de cabezas.
El sexto ámbito, «Rostros y personalidades», pone el foco en toda esta temática e incluye un destacado retrato de María de Medici, reina de Francia, del propio Rubens, en el que se aprecia la fuerte personalidad y el poder político que tenía la retratada. Rubens comenzó este retrato, inacabado, mientras pintaba la serie de María de Medici para su palacio de Luxemburgo, en París.
Cerca se puede contemplar también otro retrato de María de Medici a cargo del artista Frans Pourbus el Joven, quien pertenecía a una familia de retratistas procedente de Brujas y establecida en Amberes, donde trabajó para los gobernadores. Sus retratos, como este de la reina madre de Francia, denotan una estricta severidad en la presentación de la persona efigiada, con personajes en poses carentes de emoción y marcadamente distantes, siguiendo una tendencia más tradicional y distinta a la propuesta de Rubens.
Anton van Dyck fue el gran retratista de los artistas flamencos. De él se puede contemplar el poderoso retrato de El conde Hendrik van den Bergh. Junto a este cuadro se puede ver el grabado creado por Paulus Pontius a partir del retrato de Van Dyck, artista que influyó notablemente en los retratistas ingleses del siglo XVIII.
En este ámbito llama la atención la obra Tres músicos ambulantes, de Jordaens, en la que ejemplifica su incesante búsqueda de la expresividad a través de una pintura con trazos sueltos con la que procura captar la esencia física de la música.
La
nobleza de ser pintor en esa época
En el séptimo ámbito, «La nobleza de la pintura», se indaga en la autorrepresentación de los artistas como personajes ilustres. La idea del artista ennoblecido, que trabaja para un príncipe y que es ya un miembro relevante de la sociedad, es un tema habitual en el arte flamenco que los pintores posteriores, como Van Dyck y Rubens, incorporarían a sus retratos.
Paralelamente, la reivindicación del arte de la pintura como una labor noble, que de forma indirecta confería aristocracia a quienes la ejercían, es un tema que ya frecuentaron los artistas nórdicos antes de que Rubens se convirtiera en el mejor paradigma de ello, como ejemplifican ciertos grabados alegóricos de principios del siglo XVI en los que el ejercicio y la condición del arte y la pintura se presentan como una actividad intelectual superior.
En este espacio llama la atención el cuadro La familia del pintor, en el que Jordaens se representa a sí mismo junto a su familia como un burgués al que le gusta la música y junto a una sirvienta que les trae fruta. También destaca un grabado sobre Jan Brueghel de Van Dyck, quien realizó una serie de grabados de los principales hombres ilustres vinculados a los Países Bajos conocida como La iconografía, que tuvo gran difusión en su momento e incluía a príncipes, aristócratas, políticos, militares y también artistas.
Por otro lado, incluye una pintura sarcástica sobre la creación con el lienzo El mono pintor, de David Teniers, en el que un mono con atributos de pintor recrea una idea en un lienzo dentro de su taller; el futuro cliente con aires de grandeza, tocado de plumas, cadena de oro y bolsa sujeta a la cintura, observa atentamente su destreza.

El
gran impacto de los géneros pictóricos en la pintura flamenca
El octavo ámbito, «Dentro y fuera», profundiza en la representación del paisaje flamenco como género y como reflejo de cómo era la vida cotidiana en los Países Bajos a través de diferentes obras, como Mercado y lavadero en Flandes, de Jan Brueghel el Viejo y Joost de Momper II, uno de los grandes especialistas de este género del momento.
La vida cotidiana fue un motivo muy habitual para los artistas de los Países Bajos desde finales del siglo XVI. Las representaciones de costumbres campesinas, de festejos tradicionales e incluso de refranes y dichos populares se convirtieron en tema común del arte, lo que dio lugar a las llamadas escenas de género. Gracias a estas representaciones conocemos el aspecto de los campos, de las gentes y de las ciudades flamencas. Se trata de recreaciones de las famosas kermeses, escenas en interiores y exteriores que fueron muy apreciadas también por los coleccionistas.
Ciertos artistas se dedicaron a este tipo de representaciones. Las de David Teniers se convirtieron en paradigma de lo flamenco y de la cultura popular, del goce de la vida cotidiana a la que en ocasiones se unía la aristocracia. De este artista, la exposición muestra pinturas como Merienda de aldeanos, realizada junto con el paisajista Lucas van Uden; el dibujo exquisito no mostrado hasta la fecha Fiesta aldeana, y la pintura de interior Fumadores, piezas significativas del pintor.
Por último, en la sección «Naturaleza viva, naturaleza muerta» se indaga en escenas de cocina y bodegones popularizados por ciertos pintores flamencos del Barroco, en especial Frans Snyders, como continuación de un género que tuvo mucha fuerza en los Países Bajos a finales del siglo XVI.
Destaca especialmente la pintura Ciervo acosado por una jauría de perros, de Paul de Vos, que muestra la violencia de la caza sin mesura en un ejercicio pictórico que capta la anatomía de los animales, pero también otros elementos de más difícil plasmación, como son el movimiento, la agilidad e incluso la ferocidad, a través de una cuidada composición cargada de diagonales y escorzos.
También destaca el lienzo Frutero, de Frans Snyders, en el que los espectadores podrán disfrutar de su gran capacidad para reproducir la calidad táctil de frutas, objetos y animales. Este artista fue muy querido durante la época.
También cabe resaltar la obra Concierto de aves, de Jan Fyt, un pintor con una exquisita habilidad para captar las distintas texturas de los animales. El tema del «concierto de las aves», de origen medieval, se puso de moda entre un grupo de artistas flamencos encabezados por Frans Snyders en las primeras décadas del siglo XVII.
Las pinturas de animales constituyeron una especialidad de Amberes que con los años se imitaría en Francia y en otros lugares. El interés creciente por el estudio del comportamiento y la anatomía de los animales supuso un gran impulso para su consolidación como género pictórico autónomo. A su éxito también contribuiría su uso de las fábulas antiguas como metáforas del comportamiento humano, así como el desarrollo de la caza, actividad reservada a las élites.
Son un tipo de cuadros que se convertirían en objetos de lujo al exponer los gustos y las aficiones de las clases adineradas, deseosas de atesorar y exhibir estas obras en sus casas no solo por su belleza plástica, sino también por su modernidad. Se trata de un género que tendría un amplio recorrido temporal como objeto de coleccionismo. Así lo reflejan también otras obras incluidas en este último ámbito, como Bodegón con un perro y un gato, de Christiaan Luycks, inicialmente atribuida a Jan Fyt.
Visitantes:
colaboradores de Rubens por un día
En medio de la exposición, en concreto entre el séptimo ámbito y el octavo, los visitantes podrán descubrir un audiovisual didáctico que muestra en detalle el proceso creativo de Rubens y su taller, con capas y pinceladas de diversos colaboradores. La copia, representada en el vídeo y que también se podrá ver físicamente, es de la obra Mercurio y Argos, de Rubens.

Seguidamente, la exposición acoge un espacio de mediación titulado «Del taller a la galería» que hace referencia al nacimiento del coleccionismo durante la citada época. Los visitantes podrán transitar por dos espacios diferenciados escenográficamente: el taller y la galería. En ambos, los visitantes serán invitados a completar un encargo del maestro del taller con un objetivo didáctico a través de la interacción.
Para ello podrán elegir entre diversas siluetas de figuras extraídas de diferentes cuadros expuestos en la muestra y colocarlas en unos fondos de obras. Podrán contar con instrucciones y libros donde también se hace referencia a quiénes son estas figuras, así como a la procedencia de los fondos propuestos.