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De Venezuela a Galicia buscando una vida mejor
08.04.24
4 minutos de lecturaBárbara y su madre, Dilcia, estuvieron separadas un año y medio. Dilcia migró de Venezuela a Galicia buscando una vida mejor y, cuando logró trabajo y una vivienda, pudo traer a sus hijos a España. Bárbara tenía que empezar de cero: volver a hacer amigos, aprender gallego y retomar los estudios. No fue fácil, pero gracias a la ayuda de la Asociación Arela, entidad coordinadora del programa CaixaProinfancia de la Fundación ”la Caixa” en Vigo, Bárbara recibió refuerzo educativo y atención psicológica para comenzar de nuevo.
A veces, Bárbara le escribe cartas a la niña que fue: para no perder el hilo, porque a veces tiene miedo y hay que hablarle y darle confianza. Así es que escribe a la niña y le dice: «No te creerías todo lo que he vivido hasta ahora». Dejar atrás Venezuela con 16 años fue una experiencia dura. Recuerda lo asustada que estaba, los sentimientos encontrados. Se moría de ganas de reencontrarse con su madre, pero le daba mucha pena dejar a su abuela, a sus amigas, a sus primos… A pesar de que le aseguraban que iba a un país con mejores oportunidades, el futuro era un lienzo en blanco y tanta incertidumbre le encogía el corazón. «Tenía miedo a no encajar, a no hacer amigos, a que todo fuera tan distinto que pudiese terminar abrumada».
Y al principio, sus peores temores parecieron confirmarse. Fue a su hermano menor, Dereck, a quien le costó más adaptarse a la nueva realidad al llegar a España. Debido al desfase curricular entre los dos países, ambos tuvieron que ingresar en un curso inferior al que les correspondía por edad. Pero además, se encontraron con dificultades con las que no contaban, como un idioma nuevo, el gallego, o la comida. «Echábamos de menos las arepas». Y si la situación no era fácil, todo se complicó aún más cuando llegó la pandemia y la familia se vio confinada en un pequeño piso de Vigo. Siempre encerrados. No solo Dereck, también Bárbara empezó a tener dificultades para concentrarse y, lo que nunca le había pasado hasta entonces, empezó a sacar malas notas. En ese contexto, encontraron a personas que los ayudaron gracias a la Asociación Arela, entidad coordinadora del programa CaixaProinfancia de la Fundación ”la Caixa” en Vigo.
El programa CaixaProinfancia tiene como misión revertir, a través de la educación, la herencia de pobreza y exclusión social que reciben muchos niños y niñas. Para ello se trabaja en red con más de 400 entidades que intervienen directamente en el territorio. La Asociación Arela se centra en barrios como Rivera Atienza y, junto con otras entidades, ofrece refuerzo educativo, campamentos de verano, apoyo psicológico y talleres familiares, entre otros servicios. En ella, Dereck y Bárbara encontraron un acompañamiento integral: refuerzo, centro abierto, colonias y atención terapéutica.
Después de suspender dos asignaturas en verano, Bárbara se inscribió en las clases de refuerzo. También las colonias urbanas para adolescentes le descubrieron lugares de la ciudad que desconocía y le permitieron hacer amigos. «Si he conseguido llegar a la selectividad ha sido gracias a personas increíbles que creyeron en mí cuando yo había perdido la esperanza. Me ayudaron a cumplir mis metas y a no sentirme sola. Hice amigos, sentí que formaba parte de algo. Pero sobre todo, sé que hoy soy la que soy gracias a las personas que estuvieron y siguen estando detrás, impulsándome».
Al hacer balance de su experiencia, a Bárbara le gusta pensar en positivo. Y así, retoma la carta que arrancó hace un rato: «He descubierto que los bocatas son tan buenos como las arepas, que en Galicia hay gente que me quiere como soy y que, cuando te sientes abrumada, está bien llorar». Y concluye: «La vida consiste en descubrir cuál es tu poder. Y en usarlo para no rendirte jamás».
La historia de Bárbara forma parte del proyecto documental Vidas contadas, 14 historias de superación donde se da voz a personas en riesgo de exclusión que comparten sus aprendizajes con el fin de sensibilizar a la ciudadanía.