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Emma tenía 32 años cuando su pareja intentó asesinarla de 27 cuchilladas. Despertó en la UCI y sobrevivió, pero la agresión le dejó, además de una huella psicológica indeleble, consecuencias físicas que hacían muy difícil encontrar un trabajo con el que mantenerse ella y mantener a su hijo. Gracias a COCEMFE Navarra y al programa Incorpora de la Fundación ”la Caixa”, ahora enseña a adolescentes qué es y qué implica la violencia de género.
«¡Tenemos que meternos en los charcos! Hay que tener la cabeza bien puesta, por supuesto, y unos cimientos de vida sólidos, constructivos, ¡pero hay que meterse en los charcos! Si vas por la vida con impermeable no solo te resbalará lo malo. ¡Vas a perderte también todo lo bueno!». Esto es lo que les dice Emma a los chicos y chicas que participan en las charlas de Invisibles, unas sesiones en las que habla de situaciones que nos resultan incómodas: la discapacidad, la violencia, la discriminación. Pero también y sobre todo, promueve actitudes con las que hacerles frente: la empatía, el buen trato, el compromiso, la confianza, la ilusión. Emma sabe de lo que habla. Su pareja de hace años intentó asesinarla. Se debatió entre la vida y la muerte durante varios días. Pero su hora no estaba escrita y Emma le tomó la palabra al destino. Ahora lo escribe ella, con una energía y un espíritu constructivo a prueba de bombas.
Como resultado de la violenta agresión, Emma vio mermada la movilidad de sus brazos. Además de la discapacidad, tuvo que enfrentarse al problema del trabajo. En las entrevistas tenía que justificarse continuamente, cosa que la revictimizaba. Emma se había trasladado a Pamplona tras el intento de asesinato y tuvo noticia de COCEMFE Navarra, una organización que trabaja para la consecución de una sociedad inclusiva que garantice el ejercicio pleno de los derechos de las personas con discapacidad física y orgánica. Ahí entró en contacto con Iranzu, una de las técnicas de empleo de COCEMFE, y arrancó un proceso de empoderamiento entre ambas, o de sororidad, y un futuro lleno de logros para Emma.
«Entré y me dije: “Ostras, qué mujeres más eficaces. Yo creo que va a ser aquí donde encuentre cómo ganarme la vida”», rememora Emma. Y es que lo primero era el trabajo, garantizarse unos ingresos que le permitieran sostenerse ella y sostener también a su hijo. «Cuando tú tienes la parcela material cubierta, baja la ansiedad y puedes empezar a dar a los demás». Emma participó en el programa Incorpora de la Fundación ”la Caixa”, que ofrece acompañamiento a personas con dificultades de inserción en el mercado laboral.
«Hay personas que han asumido su discapacidad y tienen ya unas herramientas, saben perfectamente lo que quieren», dice Iranzu, «pero hay otras que necesitan más apoyo». Esto es especialmente cierto cuando ha habido maltrato, como en el caso de Emma, donde además de la integridad física, la integridad moral y emocional ha quedado muy dañada. Por eso, el programa Incorpora impulsa iniciativas para acompañar en la inserción laboral a estas mujeres, por ejemplo, con talleres para mejorar su autoestima. «Asistir a ese proceso de crecimiento personal resulta muy emocionante e inspirador», asegura Iranzu. «Ellas creen que no tienen potencial; sin embargo, ofrecen un valor añadido a las empresas porque han vivido situaciones muy difíciles y han sido capaces de salir adelante». Así fue en el caso de Emma, que entró a trabajar en una mutua. «Había currículums que eran académicamente mejores que el mío, me dijeron, pero yo tenía una actitud y una luz arrolladoras».
Emma trabajó en la mutua durante seis años, hasta que el año pasado solicitó una excedencia para dedicarse en cuerpo y alma a Invisibles, pues sentía que tenía que ponerle rostro a la violencia de género y acercarse a los jóvenes. El proyecto ha llegado ya a numerosos institutos, pisos de acogida y centros de menores de toda España. «Y sigue creciendo gracias a las aportaciones y las necesidades de las personas que comparten conmigo el espacio». Se establece una gran conexión con los participantes, que con frecuencia arrancan la sesión mirándola con rabia o desprecio, y acaban abrazándola y confiándole sus dudas y temores.
«Te vimos con esas ganas y esa fuerza, y no podíamos sino respaldarte», interviene Iranzu. «Eres un referente para las personas que acuden al servicio». Emma, fuerte y emocional, que nadie vaya a creer que son dos atributos incompatibles, abraza a Iranzu. «Bueno, no creas que todos los días me levanto como unas castañuelas, lo que pasa es que dejo salir lo que llevo dentro y me atrevo a proyectar cosas bonitas». Y concluye: «La vida es caerse y levantarse. Algunas veces hay que coger un poco de impulso, y otras veces, más».
La historia de Emma forma parte del proyecto documental Vidas contadas, 14 historias de superación que dan voz a personas en riesgo de exclusión que comparten sus aprendizajes con el fin de sensibilizar a la ciudadanía.