Exposición: Restos y rastros de nuestros ancestros
15.12.04
5 minutos de lectura¿Cómo llegaron a quedar atrapados en la viscosa resina de un árbol del Pleistoceno un poblado grupo de insectos voladores y arácnidos? ¿Cuál fue la causa del empacho que llevó a la muerte a uno de los peces óseos más voraces, el Xiphactinus audax, del Cretácico Superior? ¿Qué podemos deducir del esqueleto de un dinosaurio Protoceratops que vivió hace 75 millones de años y cuyo fósil fue hallado en posición acurrucada en Mongolia? CosmoCaixa, el Museo de la Ciencia de la Fundación ”la Caixa” en Alcobendas (Madrid), acoge a partir del 15 de diciembre la exposición Restos y rastros de nuestros ancestros, una muestra que indaga en las sorprendentes historias de los protagonistas de once bellos conjuntos fosilizados que han llegado a nuestros días en perfecto estado de conservación. Un diente de tiburón en el que se instalan dos gorgonias, la cabeza de un Triceratops a quien la defensa de sus crías ante el súbito ataque de un Tyrannosaurus le costó la vida o un banco de peces sepultado como consecuencia de la erupción de un volcán, son algunas de las piezas a partir de las que la muestra Restos y rastros de nuestros ancestros indaga en la historia de los protagonistas de once fósiles de gran valor y belleza. El seguimiento de las pistas subyacentes a los propios fósiles a través del método científico (observación - formulación de hipótesis - experimentación - análisis de datos y obtención de conclusiones) hace posible un ejercicio detectivesco que permite deducir la historia que esconde cada uno de los objetos.El secreto no se desvela a partir del lenguaje escrito, sino a través del cómic en blanco y negro. La última viñeta, en color, corresponde a cada una de las piezas expuestas. La muestra podrá visitarse en CosmoCaixa Madrid durante todo el año 2005. Algunas de las historias de las que da testimonio la exposición son las siguientes:- Enterrado en vida. Una manada de Proteoceratops andrewsi -un pequeño dinosaurio que vivió en Mongolia a finales del Cretácico, hace 75 millones de años aproximadamente- se alimenta de helechos en el sotobosque. Un extraño ruido acompañado de un leve temblor de tierra pone en guardia a los más veteranos. El grupo es sorprendido por una tormenta de arena. Asustados, la mayoría intentan huir. Unos pocos, sin embrago, eligen acurrucarse contra el suelo esperando obtener protección. Nuestro protagonista, enterrado en vida, queda sepultado por la arena. Sus restos narran hoy la historia que aconteció entonces. - Atracción fatal. En un bosque colombiano en el Pleistoceno, destaca entre los árboles de un claro una Hymenaea. Por una pequeña rama se desliza la viscosa resina del árbol formando una majestuosa estalactita. A medida que se hace más larga, diferentes insectos voladores quedan atrapados en la resina, atraídos por la misma o empujados por el viento. Algunos arácnidos, tentados por un fácil bocado, acuden a la trampa quedando atrapados junto a sus presas. El conjunto fosiliza convirtiéndose en un magnífico testigo de la escena.- El empacho de un pez voraz. El Xiphactinus audax fue uno de los peces óseos más grandes conocidos del Mesozoico (hace en torno a 85 millones de años). Llegaba a alcanzar 6 metros de longitud y vivía en aguas superficiales desde las que sigilosamente acechaba a sus presas. Una vez cerca de ellas, lanzaba un voraz ataque que le llevaba a engullir enteras a sus víctimas, con la cabeza por delante para evitar que las aletas quedasen atravesadas. ¿Cuál fue la causa de la muerte del Xiphactinus audax de cinco metros de longitud que junto a su presa ha llegado fosilizado a nuestros días? ¿Por qué se han encontrado en tan perfecto estado? Todo apunta a un indigesto banquete y a que, una vez muertos, sus protagonistas quedaron rápidamente enterrados. La ausencia de carroñeros y la escasa actividad bacteriana, probablemente debida a que la escena terminó en el fondo de un lago sin oxígeno, permitieron la conservación del conjunto.- El riesgo de beber. Un día como tantos otros un grupo de Tricerátops se alimenta de helechos junto a los meandros de un río. La repentina aparición de un Tyrannosaurus hace huir a todos menos a uno que decide enfrentarse a él para facilitar la fuga de sus crías. Tras una terrible lucha, los dos colosos se retiran malheridos. El maltrecho Triceratops, tras aplacar su sed, muere a la orilla del río. Una inundación cubre la llanura y, sumergido, el cadáver casi intacto queda enterrado bajo la arena transportada por el agua.- Tragedia en el lago. China, Jurásico Superior. En un lago rodeado de montañas con hermosa vegetación, nada un banco de Lycoptera buscando alimento. Al fondo de este paisaje, desciende por la ladera de un humeante volcán una nube de ceniza a alta temperatura. La nube, que se mueve a gran velocidad, entra en contacto con el agua del lago provocando enormes columnas de vapor de agua. El banco de Lycoptera es sorprendido y muere por efecto de la combinación de la alta temperatura y las propias cenizas. Los cadáveres de más de un centenar de estos diminutos peces quedan sepultados para siempre.- Dientes como tiesto. Hace 20 millones de años, un tiburón pierde un diente que queda enterrado en el sedimento. El diente fosiliza y millones de años después, la roca dónde se encuentra se erosiona y el diente fósil vuelve a parar al mar. Aprovechando ese sustrato duro y estable dos gorgónias se instalan en el diente, multiplicando las ramificaciones de sus brazos en forma de fractal.Estas y otras historias, hasta un total de once, completan el contenido de la exposición Restos y rastros de nuestros ancestros, un paseo por la época primitiva que enlaza la paleontología con la investigación detectivesca, rescatando la sorprendente información que subyace a 14 piezas fósiles. Exposición: Restos y rastros de nuestros ancestros Inauguración: Miércoles 15 de diciembre de 2004; 20 horasLugar: CosmoCaixa. Pintor Velázquez s/n. 28100 Alcobendas. MadridHorario: Martes a domingo de 10 a 20 horas Entrada gratuita Teléfono de información: 91 484 52 00www.fundacio.lacaixa.es