Exposición: La ciencia en el mundo andalusí
01.12.04
10 minutos de lecturaMientras Europa se hundía en la oscuridad de la Edad Media, en al- Andalus florecía el conocimiento. Medicina, astronomía, matemáticas y filosofía confluyen en las versátiles mentes de los sabios andalusíes en busca de una visión global del cielo, la Tierra y la vida. Córdoba se convierte, junto con Bagdad, en el centro cultural más importante del mundo islámico, y el conocimiento científico adquiere en la España musulmana (al-Andalus), entre los siglos IX y XIV, un gran desarrollo y un notable nivel de perfección. Heredera del legado de la Antigüedad, tanto del mundo oriental (China, India, Persia) como del Mediterráneo egipcio y grecorromano, la ciencia pronto adquirió una impronta islámica determinante. La revolución científica que vivió Europa durante los siglos XV a XVII y que contó con Galileo, Kepler, Copérnico o Newton como figuras más representativas, tuvo en al-Andalus su período de gestación. La astronomía, la medicina, las matemáticas, la ingeniería hidráulica, la botánica o la arquitectura fueron, entre otras, disciplinas científicas sobre las que la España musulmana irradió influencia y magisterio al resto de la Península y a Europa. La ciencia en el mundo andalusí recorre, con el más riguroso enfoque científico, la atmósfera que rodeó a sabios andalusíes como Ben Rusd (Averroes), Abu-l-Qasim Al Zahraui (Abulcasis), Maslama al Mayriti o Al Zarqalu (Azarquiel), quienes, cumpliendo el axioma islámico (hadit) "busca la ciencia desde la cuna hasta la sepultura", contribuyeron de forma esencial al desarrollo del conocimiento científico. La exposición La ciencia en el mundo andalusí, organizada por la Fundación ”la Caixa” con el comisariado de la Fundación de Cultura Islámica, y que cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Córdoba, se podrá visitar en la carpa instalada en la Glorieta de las Tres Culturas de Córdoba, del 2 de diciembre de 2004 al 16 de enero de 2005. La ciencia en el mundo andalusí se divide en cinco escenarios expositivos: una recreación inspirada en el Salón Rico de Madinat al-Zahra; un Observatorio astronómico; una Biblioteca, estudio médico y laboratorio de alquimia; un Jardín botánico, y la recreación del taller de un alarife granadino. La exposición finaliza con un ámbito destinado a ofrecer al visitante la información sobre la ciencia y tecnología andalusíes mediante elementos interactivos, reproducciones científicas, maquetas, gráficos y audiovisuales. La ostentación del poder califal Levantada a ocho kilómetros de Córdoba por el califa omeya Abderramán III en el año 936, la ciudad-palacio de Madinat al Zahra tardó un cuarto de siglo en construirse y se convirtió en una de las representaciones más notorias del esplendor andalusí. Allí se trasladaría la corte del califa, rodeada de una pequeña ciudad de servicios para atender su defensa y mantenimiento. Aprovechando las excepcionales condiciones naturales que el territorio ofrecía, la parte más alta de la ciudad se destinó a fortaleza o alcázar califal, en la media se situaron los salones administrativos o burocráticos, y en la más baja se erigieron la mezquita y el zoco.En su interior, el Salón Rico materializó el apogeo sociopolítico alcanzado en el siglo X por la España musulmana. La grandiosidad de su arquitectura con su profusa decoración de atauriques (entrelazados vegetales) confería al salón una magnificencia que asombró a cortesanos, diplomáticos y políticos de todas las latitudes. En la exposición se pretende transmitir aquel esplendor a través de una recreación inspirada en el Salón Rico.La astronomía, ciencia del orbe celeste La astronomía, ciencia del orbe celeste (ilm al fayak), tuvo un desarrollo sobresaliente en la cultura andalusí. La fijación de las horas de las plegarias, el cálculo del calendario lunar, la tradición de los árabes preislámicos de observar el cielo o la orientación hacia La Meca de las mezquitas justificaban tal grado de interés. El legado de los astrónomos andalusíes incluye, junto a notables recopilaciones de los saberes astronómicos (Tablas de Sindhind) y al nombre de las numerosas constelaciones y estrellas que fueron descubriendo (Altair, Aldebarán o Mizar), el desarrollo de los astrolabios y la esfera armilar.El astrolabio permite determinar la posición de un astro, midiendo su altura sobre el horizonte, de forma que se puede comprobar su movimiento. La esfera armilar, considerada la más antigua representación del universo, es un instrumento de observación empleado para determinar las coordenadas celestes de los astros. Su nombre procede del latín armilla (brazalete) y consta de dos anillos fijos (armillas), el Horizonte y el Meridiano, y varias armillas móviles en torno a una pequeña esfera o punto central (la Tierra).Haciendo uso de estos instrumentos, sabios andalusíes como Maslama al Mayriti, Al Zarqalu (Azarquiel), Ben Jalaf o Abu Marwan de Écija aportaron importantes conocimientos que, con posterioridad, permitirían a Copérnico y Kepler sentar las bases para la sustitución del modelo geocéntrico, profundamente arraigado hasta entonces, por el paradigma heliocéntrico. El interés por las matemáticas discurrió en al-Andalus paralelo al cultivo de la astronomía. Al mundo islámico debemos la enseñanza de los números utilizados actualmente en Occidente, importados de la cultura hindú y, sobre todo, la existencia del número 0. La aritmética, el álgebra, la trigonometría y el algoritmo (término derivado de al-Jwarizmi, su inventor) como método de cálculo, forman parte de la herencia andalusí en el campo de las ciencias exactas. Medicina y alquimia El Islam desarrolló en sus albores una medicina natural de tipo preventivo basada en recomendaciones para la salud. A partir del siglo IX, sin embargo, la traducción de obras médicas en la Casa de la Sabiduría de Bagdad posibilitó la aparición de grandes médicos, cultivadores de un saber integral.Entre los compendios más destacados del siglo X cabe mencionar el Libro de la generación del feto de Arid Ben Said fuente referencial en pediatría y obstetricia, y el Tasrif de Abu-l-Qasim al Zahraui (Abulcasis), un tratado de treinta volúmenes, el último de los cuales, dedicado a la cirugía, aportaba 200 dibujos de instrumentos quirúrgicos como la jeringa, las tijeras o el fórceps. La tradición médica andalusí continuó con los Ben Zuhr, dinastía de galenos sevillanos en la que sobresalió Avenzoar, especialista en dieta alimenticia. El cordobés Ben Rusd (Averroes), médico y filósofo, desarrolló métodos experimentales de observación y aportó a la medicina las teorías aristotélicas, y el granadino Ben al Jatib descubrió las vías de contagio de la peste, iniciando así su prevención. El desarrollo de la farmacología, la óptica y la oftalmología (en la que destacaron Al Quti Libro del ojo y Muhamad al Gafiqui --Guía del oculista) merecen una mención especial dentro del estudio de la medicina.Junto a esta, destaca también la atención que los árabes prestaron a disciplinas habitualmente reprobadas por la ortodoxia, como la astrología, la alquimia o la magia. En los laboratorios de alquimia, uno de los cuales se reproduce en la exposición, se cultivaron la búsqueda de la piedra filosofal y las técnicas de transmutación de los metales en oro.La agricultura y la ingeniería hidráulica al-Andalus supo unir a la tradición agrícola mediterránea, los conocimientos adquiridos por los árabes en la India, Persia, Mesopotamia, Egipto y, en especial, de la agricultura nabatea de la región sirio-palestina. El desarrollo de estos saberes, el aumento de la producción y un equitativo reparto del agua generaron el esplendor agrícola andalusí, conocido como Revolución Verde. Moreras, diversas variedades de cítricos, granados, palmeras datileras y bananeros fueron algunas de las nuevas especies cuya introducción en la Península data de esta época.El Libro de la agricultura nabatea de Ben Wahsiya y el Tratado de la agricultura de Abu L-Jayr, en el que el autor reúne conocimientos sobre las épocas de plantación, plagas, influencia lunar en las plantas, podas, injertos o cultivos como el arroz, el lino o la palmera, son dos de los compendios más destacados.Al florecimiento de la agricultura contribuyó también la ingeniería. La infraestructura romana de regadíos, en deterioro desde el siglo VIII, fue restaurada por los musulmanes con esmero. A partir de ella, la sociedad andalusí tejió una excelente red de sistemas de captación de agua, conducciones y canales subterráneos, destinados al regadío agrícola y el abastecimiento urbano. A base de extensas redes de acequias, brazales y regaderas, repartían a los diferentes predios el agua remansada en azudes y retenida en albercas, previamente extraída de pozos y ríos mediante grandes norias fluviales de corriente y pequeñas aceñas de tracción animal. La construcción de la Alhambra Asimilando influencias orientales de Siria y Mesopotamia, los alarifes (maestros de obra) andalusíes aprendieron la técnica de los mosaicos y la decoración musivaria, antecedentes del arte del alicatado de azulejos que aplicarían posteriormente en zócalos y paredes.El dominio de la geometría y la aritmética resultó clave en la consecución de estos logros arquitectónicos, habitualmente enriquecidos con efectos tridimensionales conseguidos mediante una sabia utilización del agua y la luz. La utilización de pautas geométricas en el diseño de los alicatados, el protagonismo de las leyendas cosmológicas y los mocárabes de las bóvedas (alvéolos esféricos y prismáticos de yeso o madera) fueron algunas de las técnicas más celebradas.El Patio de los Leones de la Alhambra, una de cuyas salas en construcción se recrea en la exposición, constituye quizá la mayor muestra de la riqueza ornamental andalusí. La estancia, que posee 124 columnas y 11 tipos de arcos, tiene su punto culminante en una fuente central formada por doce leones de cuyas bocas mana agua. Sus cuatro laterales dan acceso a otras tantas salas. La sala de los Mocárabes y la de los Reyes acogían fiestas diurnas, mientras que las de Dos Hermanas y Abencerrajes eran escenario de reuniones nocturnas. Las muestras del instrumental empleado y los fragmentos de alicatados y mocárabes, así como las hojas de cálculo utilizadas para conseguir la perfección decorativa y, son algunos de los objetos, imprescindibles en el taller de un alarife, que se exhiben.Ámbito informativo La información sobre los avances científicos y la tecnología del mundo andalusí se concentra en el último ámbito de la exposición. En él, el visitante podrá profundizar en el funcionamiento de instrumentos científicos, la tecnología hidráulica, las técnicas de construcción y las recetas médicas, entre otras.Una recreación de la Clepsidra de las Gacelas (XI), un divertido reloj de agua cuyos recipientes se llenan alternativamente provocando al tiempo una secuencia de movimientos en una serie de figuras que protagonizan una escena palaciega, es una muestra de la sofisticación tecnológica alcanzada en el mundo andalusí.La ciencia en el mundo andalusí Del 2 de diciembre de 2004 al 16 de enero de 2005 Inauguración: miércoles 1 de diciembre de 2004 a las 18.30 hLugar: Carpa instalada en la Glorieta de las Tres Culturas (frente estación RENFE)Plaza Glorieta de las Tres Culturas, s/n14011 CórdobaInformación: Tel. 902 22 30 40Horario: De martes a viernes, de 12 a 14 h y de 18 a 21 hSábados, domingos y festivos, de 11 a 15 h y de 17 a 21 h. Lunes, cerradoDías 24, 25 y 31 de diciembre de 2004 y 1 de enero de 2005, cerradoVisitas escolares: convenir previamente en el teléfono 957 49 99 39 Entrada gratuita Más Información: www.fundacio.lacaixa.es