Una mujer joven embarazada.
Mujer joven embarazada.© Shutterstock / Vorotylin Roman

La exposición a la contaminación durante el embarazo se relaciona con cambios en las estructuras cerebrales fetales

Barcelona

12.06.25

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Un estudio con más de 700 mujeres embarazadas analiza por primera vez cómo la contaminación del aire podría afectar al desarrollo cerebral fetal durante la gestación.

Los fetos más expuestos a ciertos contaminantes del aire presentan cambios en el tamaño de algunas estructuras cerebrales, especialmente durante el segundo y tercer trimestre del embarazo.

Esta es la principal conclusión de un nuevo estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación ”la Caixa”, en colaboración con el centro BCNatal (Hospital Sant Joan de Déu, Hospital Clínic y Universidad de Barcelona) y el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Se trata del primer estudio que analiza específicamente la asociación entre la contaminación del aire y el desarrollo cerebral fetal durante el embarazo.

El estudio, publicado en The Lancet Planetary Health, analizó datos recogidos entre 2018 y 2021 de 754 parejas de madres y fetos participantes en el proyecto BiSC (Barcelona Life Study Cohort) en Barcelona. Este estudio tenía como objetivo comprender la relación entre la contaminación del aire en la salud infantil y el desarrollo cerebral, y se considera uno de los más completos realizados en este campo.

Durante el tercer trimestre del embarazo, las participantes se sometieron a una neurosonografía transvaginal, una ecografía especializada que permite analizar la forma y las estructuras del cerebro fetal. La exposición al dióxido de nitrógeno (NO₂), material particulado (PM2.5) y carbono negro se estimó mediante modelos híbridos que combinan datos de mediciones reales con métodos estadísticos avanzados. La investigación consideró tres “microambientes”: el hogar, el lugar de trabajo y las rutas de desplazamiento de las participantes. Los patrones de actividad se recopilaron mediante una aplicación de geolocalización instalada en los teléfonos móviles de las participantes.

El equipo investigador observó que la exposición prenatal a NO₂, PM2.5 y carbono negro en todos los microambientes mencionados se asoció con un aumento en el volumen de varias cavidades cerebrales que contienen líquido cefalorraquídeo. En concreto, se identificaron asociaciones directas entre la exposición a estos contaminantes y el aumento del volumen de los ventrículos laterales, ubicados en cada hemisferio cerebral, así como una dilatación de la cisterna magna, una cavidad situada en la parte inferior del cerebro. También se detectó un aumento en el grosor del vermis cerebeloso, la parte central del cerebelo, esencial para el equilibrio y la coordinación motora.

Los resultados del estudio también mostraron una asociación entre una mayor exposición al carbono negro y una reducción en la profundidad del surco lateral (también conocido como cisura de Silvio), un surco profundo que atraviesa el cerebro, lo que podría sugerir una menor maduración cerebral.

Las asociaciones entre la exposición a la contaminación del aire y los cambios en la morfología de estas estructuras cerebrales fueron más fuertes durante el segundo y tercer trimestre del embarazo. «Durante la mitad y el final de la gestación, el cerebro fetal entra en una fase clave de su desarrollo, lo que lo hace particularmente vulnerable a factores externos como la contaminación», explica Payam Dadvand, investigador de ISGlobal y autor sénior del estudio.

«Como médicos, ahora estamos viendo pruebas convincentes de que, incluso en embarazos que parecen sanos según todos los criterios convencionales, factores como la contaminación atmosférica pueden afectar sutilmente al desarrollo cerebral del feto. Estos hallazgos subrayan la importancia de aumentar la concienciación y la educación, tanto en la comunidad sanitaria como en toda la sociedad», afirman Elisa Llurba y Lola Gómez-Roig, médicas del Hospital de Sant Pau y del BCNatal-Hospital Sant Joan de Déu, respectivamente, y coautoras del estudio.

Diferencias significativas a nivel poblacional

Los efectos observados no implican que los niños participantes en el proyecto BiSC presenten alteraciones cerebrales patológicas. De hecho, todas las mediciones de las estructuras cerebrales de los participantes están dentro del rango considerado normal. «La cuestión es que estas diferencias, aunque pequeñas a nivel individual, son relevantes desde una perspectiva poblacional, ya que nos informan sobre cómo la contaminación afecta al cerebro fetal y de su vulnerabilidad ante exposiciones ambientales», señala Laura Gómez-Herrera, investigadora de ISGlobal y coautora principal del estudio.

El equipo de investigación destaca la necesidad de realizar más estudios para confirmar estos hallazgos y estudiar sus posibles consecuencias a largo plazo. «Por ahora, solo podemos confirmar que hemos observado diferencias en los cerebros de los fetos con mayor exposición a la contaminación en comparación con aquellos con menor exposición. Necesitamos más investigaciones para determinar si estos efectos se revierten o persisten tras el nacimiento, y si tienen implicaciones en los resultados del neurodesarrollo en etapas posteriores», subraya Jordi Sunyer, autor sénior del estudio.

A pesar de las incertidumbres que aún existen, este estudio podría tener importantes implicaciones para la política de salud pública. «Nuestros resultados refuerzan la evidencia sobre la necesidad de minimizar la exposición de las mujeres embarazadas a la contaminación del aire, especialmente en entornos urbanos», afirma Yu Zhao, investigadora de ISGlobal y coautora principal del estudio.

Referencia

Laura Gómez-Herrera, Yu Zhao, Ioar Rivas, Elisenda Eixarch, Carla Domínguez-Gallardo, Toni Galmes, Marta Muniesa, Maria Julia Zanini, Alan Domínguez, Marta Cirach, Mark Nieuwenhuijsen, Xavier Basagaña, Xavier Querol, Maria Foraster, Mariona Bustamante, Jesus Pujol, Mireia Gascon, Elisa Llurba, María Dolores Gómez-Roig, Payam Dadvand, Jordi Sunyer. Air pollution and foetal brain morphological development: a prospective study. The Lancet Planetary Health, Vol 9, June 2025.