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19.05.25
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Estudiante de doctorado en Ingeniería Molecular en el
Baker Lab de la University of Washington
Doctor en Bioingeniería y Diseño Computacional de Proteínas, y director científico de Monod Bio
Marc Expòsit y Alfredo Quijano comparten algo más que la vocación por la ciencia. Jóvenes, nacidos en España y con un doctorado en la prestigiosa University of Washington, han trabajado mano a mano con David Baker, premio nobel de química en 2024 y padre del diseño computacional de proteínas. Su acceso a este programa de doctorado no fue fruto del azar, sino que tuvo el apoyo de las becas de posgrado en el extranjero de la Fundación ”la Caixa”. Sus trayectorias reflejan el impacto de esta iniciativa, que apuesta por el talento y la excelencia en la investigación científica y técnica a escala internacional.
Marc Expòsit (Girona, 1995) y Alfredo Quijano (Valencia, 1993) coinciden en el impacto positivo que ha tenido en sus carreras el programa de Becas de la Fundación ”la Caixa”. Para ambos ha sido una oportunidad única para acceder a instituciones de referencia mundial, como el Baker Lab, de la University of Washington, un centro que ha revolucionado el campo de la biotecnología con modelos de inteligencia artificial capaces de diseñar proteínas desde cero.
Para Expòsit, la beca fue clave para ser admitido en el programa de doctorado de la universidad: «Además de la financiación, tienes la distinción de haber conseguido esta beca y eso es un punto muy a tu favor en el proceso de selección de las universidades».
Quijano destaca, además, el acompañamiento del programa de Becas durante el proceso: «Si no tienes a alguien que te guíe, es muy difícil acceder al sistema educativo estadounidense porque es muy competitivo y hay muchas trabas administrativas. La beca te ayuda a entender cómo funciona».
David Baker es una de las figuras más influyentes en el diseño computacional de proteínas. Su trabajo con modelos de inteligencia artificial de código abierto ha hecho posible la creación de proteínas completamente nuevas, inexistentes en la naturaleza.
Las proteínas están formadas por secuencias de 20 aminoácidos que, combinados de diferentes formas, definen su estructura y función. «Para probar todas las combinaciones posibles en el laboratorio no tendríamos suficiente con todos los átomos del universo», explica Expòsit. «Lo que ha hecho David es encontrar algoritmos que nos ayudan a explorar estas posibilidades para crear proteínas desde cero con nuevas funciones, que nos permiten cambiar la biología».
La investigación de este bioquímico y biólogo computacional ha transformado por completo el enfoque de numerosos desafíos biomédicos y ambientales, desde el desarrollo de nuevos fármacos y tratamientos hasta la degradación del plástico. El comité que le concedió el Premio Nobel de química en 2024 reconoció el impacto de sus hallazgos y subrayó los enormes beneficios que este conocimiento aportará a la humanidad.
El Baker Lab, el laboratorio de Seattle que lleva su nombre, es un hervidero de talento e innovación. Baker fomenta un entorno donde la colaboración es clave y el trabajo en equipo impulsa el avance científico: «David siempre dice que su laboratorio es como un cerebro: cuantas más conexiones haya entre las neuronas —los investigadores—, más inteligente será», señala Expòsit.
En su doctorado en Ingeniería Molecular bajo la dirección de Baker, Expòsit trabaja en el diseño de citoquinas, pequeñas proteínas que regulan el crecimiento y la actividad de otras células del sistema inmunitario: «Nos encargamos de diseñar nuevos mensajes de respuesta para el sistema inmune, para poder tratar enfermedades como el cáncer o los trastornos autoinmunes».
Para Quijano, su paso por el Baker Lab fue un punto de inflexión, tanto en su faceta investigadora bajo la mentoría de Baker como en su trayectoria posterior. Durante su doctorado en Bioingeniería y Diseño Computacional de Proteínas trabajó en el diseño de proteínas que cambian de actividad según su entorno. Este proyecto aplicado a terapias contra el cáncer desembocó en la fundación de su primera empresa, Neoleukin Therapeutics, centrada en reducir los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos.
El mismo principio aplicado al ámbito diagnóstico lo llevó además a publicar en Nature su estudio sobre el desarrollo de biosensores luminiscentes diseñados para detectar biomarcadores relacionados con el coronavirus, entre otras patologías.
Tras completar su doctorado siguió explorando estas líneas de investigación y, junto a David Baker y Daniel Silva —posdoctorando también del Baker Lab—, cofundó Monod Bio, donde trabaja actualmente. «Somos la única empresa que está utilizando el diseño de proteínas con inteligencia artificial para mejorar dos cosas: por un lado, las herramientas diagnósticas, es decir, las proteínas que se usan en los diagnósticos para que sean más precisas y sensibles; y, por otro lado, los reactivos que usan los investigadores en el laboratorio, con el objetivo de ofrecerles recursos más baratos y rápidos», asegura.
El reconocimiento con el Nobel ha dado un impulso sin precedentes a ese campo de investigación, pues ha atraído en mayor grado el interés de la comunidad científica, la industria y los inversores. «David Baker, que es una persona muy humilde y cuya prioridad es continuar con su investigación, dijo que lo que más le enorgullecía de haber ganado el Nobel era poder compartirlo con sus padres, ahora que aún están vivos, y el impacto positivo que el premio puede tener en todos los que trabajamos en este campo», recuerda Quijano.
Para Quijano, otro de los puntos fuertes de las becas de la Fundación ”la Caixa” es la comunidad de becarios, una red de talento que sigue activa incluso cuando se finaliza la beca. «El programa de Becas busca estudiantes con iniciativa, que tengan ganas de estudiar fuera, de crear cosas nuevas. La Fundación ”la Caixa” invierte en las personas y de esto te das cuenta al conocer a otros becarios», afirma.
Esta red de contactos ha sido clave para que ambos investigadores encuentren orientación en sus carreras y accedan a nuevas oportunidades. «Yo lo encuentro un recurso fenomenal.
La beca genera ese punto en común con personas que pueden aconsejarte y solucionarte dudas. Son relaciones muy valiosas», destaca Expòsit. Gracias a esa conexión, él conoció el trabajo de David Baker a través de Quijano, quien le recomendó postularse a la University of Washington.
En la recta final de su doctorado, Expòsit ve el futuro con entusiasmo. A largo plazo, su objetivo es regresar a Cataluña, a sus orígenes; pero en el futuro más cercano contempla la posibilidad de emprender o continuar su formación con un posdoctorado en otro laboratorio de Estados Unidos.
Quijano, por su parte, apuesta por consolidar su trayectoria en la intersección entre la investigación y el emprendimiento en el ámbito biotecnológico. Su propósito es impulsar el trabajo de los investigadores y contribuir al desarrollo de herramientas diagnósticas más precisas y accesibles.
Ambos coinciden en que la beca de la Fundación ”la Caixa” ha sido determinante en su carrera académica y profesional. Para Quijano, representa una oportunidad única para los investigadores del futuro: «Mi recomendación es que la gente joven la solicite sin dudarlo. Yo siempre estaré agradecido por la beca de la Fundación ”la Caixa” y encantado de ayudar en todo lo que pueda a las nuevas generaciones».