Gargallo en su museo. Colecciones del Museo Pablo Gargallo

Salamanca

09.05.07

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La exposición Gargallo en su museo pretende un acercamiento extenso y selectivo al conjunto de la obra del escultor, con la intención de familiarizar al gran público con los aspectos más destacados y significativos de la misma: los inicios en el taller del escultor Eusebi Arnau, las relaciones con los artistas modernistas del café Els Quatre Gats, el viaje a París de 1903 y el descubrimiento de Rodin, la amistad de Picasso y el inicio de una trayectoria internacional, la recuperación de las raíces clásicas y las innovadoras propuestas para conciliar las técnicas artesanales con la visión del mundo de la modernidad, que culminan en la llamada época del hierro, los grandes encargos para la Exposición Internacional de 1929 y las obras más íntimas, como Maternidad o Baño de sol, que utilizan como modelos a Magali, su esposa, y a su hija Pierrette.

El centenar de obras que se exhiben en esta exposición pertenece al Museo Pablo Gargallo (Zaragoza), único de carácter monográfico sobre el artista y cuyo titular es el Ayuntamiento de Zaragoza. Este museo está actualmente en proceso de ampliación y actualización museográfica, que está previsto que concluya a mediados de 2008, de modo que el centro pueda reabrir sus puertas coincidiendo con el inicio de la Exposición Internacional que ese año se celebrará en Zaragoza. Hasta entonces, la exposición Gargallo en su museo itinerará por cuatro ciudades de la mano de la Obra Social ”la Caixa” y el Ayuntamiento de Zaragoza, en colaboración con los ayuntamientos de las diferentes poblaciones: Salamanca (del 9 de mayo al 17 de junio de 2007), Santander (de finales de junio a principios de septiembre de 2007), A Coruña (de finales de septiembre a mediados de noviembre de 2007) y Las Palmas (de mediados de diciembre de 2007 a mediados de enero de 2008).

La exposición reúne algunas de las obras más emblemáticas, como Kiki de Montparnasse (1928) y el Gran profeta (1933). A partir de la técnica tradicional y de los procedimientos sintéticos del arte de vanguardia, el artista realizó estas obras que abrieron nuevas perspectivas para la escultura del siglo XX. Gargallo perfeccionó la técnica del repujado aprendida en la Escuela de la Lonja (Barcelona), y se aplicó en mejorar su particular método compositivo, mediante la experimentación con diversos materiales (chapa de cobre, hierro, latón y plomo) y combinaciones de planos y volúmenes cada vez más depuradas y esenciales.

La exposición esta dividida en nueve ámbitos: Los años de formación, Independencia y consolidación profesional, Descubrimientos decisivos, Primera época del cobre, Intermedio del plomo, El nuevo clasicismo, Segunda época del cobre, Los monumentos públicos y Época del hierro.

Los años de formación

Gargallo se forma en Barcelona, desde 1895 con Eusebi Arnau, uno de los máximos representantes de la escultura modernista, y desde 1897 en las aulas de La Lonja, además de frecuentar Els Quatre Gats y los ambientes artísticos más inquietos e innovadores. Su primer viaje a París, en octubre de 1903, marca el final de este periodo, a lo largo del cual no sólo se forma en el conocimiento de los materiales, las técnicas y los procedimientos tradicionales de la escultura, sino que también dibuja gran número de apuntes, bocetos, estudios y retratos, que representan muy bien la evolución de su obra en esos años.

Independencia y consolidación profesional

Cuando regresa de París, en marzo de 1904, Gargallo comienza su carrera como profesional independiente, una vez que domina todos los requerimientos técnicos del oficio y mientras asimila por completo las diversas influencias recibidas del modernismo catalán, del expresionismo rodiniano y del simbolismo europeo. Algunas de ellas se reflejan en las obras que presenta en su primera individual, celebrada en Barcelona en 1906, como consecuencia de la cual recibió del arquitecto Lluís Domènech i Montaner el extenso y decisivo encargo de la decoración escultórica del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo.

Descubrimientos decisivos

Mientras desarrolla sus trabajos en el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo, a partir de 1907 Gargallo inicia un firme proceso de renovación formal y volumétrica de su escultura, singularizando los valores significantes de la misma. Ya manifiesta dos tendencias fundamentales: una de sobrio carácter clasicista, muy depurada y con planteamientos modernos y sintéticos; y otra más innovadora y personal, a través de la cual ensaya e incorpora las posibilidades expresivas de otros materiales, sobre todo las chapas metálicas, estableciendo una fértil y constante dualidad que mantendrá el resto de su vida.

Primera época del cobre

El impulso definitivo de las inquietudes innovadoras de Gargallo se produce en la década de los años diez, cuando realiza máscaras y cabezas en chapa metálica, de cobre, pero también de hierro, cuya estructura es siempre convexa. Para construirlas, recorta, repuja, modela, engarza, remacha y suelda las piezas con que las compone. Su obra experimenta el giro decisivo hacia un lenguaje de vanguardia, sin abandonar por ello la tendencia clasicista de su trabajo, depurando y esencializando una dicción tan moderna como personal, algunas de cuyas características permiten relacionarlo con el noucentisme.

Intermedio del plomo

Entre 1920 y 1923, Gargallo incorpora la chapa de plomo a la construcción de sus esculturas metálicas no fundidas e introduce un procedimiento innovador con el modelado en negativo, donde la definición formal se obtiene por la inversión de los volúmenes. Con este nuevo recurso material y expresivo, el escultor invierte y suprime parte de las masas volumétricas, utilizando el hueco y la recepción de la luz para inducir la recreación visual de las mismas, técnica cuyo desarrollo dará lugar a la supresión fragmentaria de la materia y posteriormente al uso del vacío total como elemento escultórico.

El nuevo clasicismo

Antes de instalarse definitivamente en París, donde había residido entre 1912 y 1915, y donde transcurrirán los últimos diez años de su vida, Gargallo comienza la segunda época del cobre y avanza en la otra tendencia de su trabajo escultórico, la representación clasicista y rigurosamente moderna de la figura humana, motivo fundamental en el conjunto de su obra. En el periodo de transición entre Barcelona y París, de 1923 a 1925, realizará un pequeño pero extraordinario conjunto de verdaderas obras maestras, depuradas y esenciales, que marcan la plena consolidación de su nuevo lenguaje clasicista.

Segunda época del cobre

Iniciada entre 1923 y 1924, se caracteriza por el predominio de la chapa de cobre, el uso habitual de plantillas de cartón (que Gargallo emplea como patrones para trazar y recortar las piezas de metal con que luego construirá una o varias versiones de la obra), la aparición de figuras de cuerpo entero y la modificación estructural de todas las esculturas, que pasan a ser cóncavas. Ensaya con otros materiales y procedimientos el uso del vacío y las sinécdoques visuales, trasladándolos a una máscara en chapa metálica.

Los monumentos públicos

Definitivamente en París desde 1924, Gargallo (autor de otros monumentos en Barcelona) será uno de los artistas invitados a presentar bocetos de esculturas para la ornamentación de la plaza de Catalunya, ejecutando en 1928 El pastor de la flauta, La vendimiadora y El pastor del águila, obras muy en línea con los postulados generales del noucentisme, como también lo están las dos Bigas y los dos Jinetes del Saludo Olímpico, instalados en 1929 en el Estadio Olímpico de Montjuïc. Las maquetas que se conservan, y algunas piezas derivadas de estas obras, son tan interesantes como los monumentos finales.

Época del hierro

A partir de 1929, Gargallo utiliza chapas —especialmente de hierro— mucho más gruesas y aumenta el tamaño de las esculturas, lo que conlleva el uso habitual de la forja y hace más necesarias las plantillas. La plena incorporación del vacío y la fragmentación y la elisión de los elementos significantes de la figura se convierten en factores decisivos de la construcción escultórica. Desde 1932 retoma la escultura clasicista y en algunas de las piezas modeladas para fundir aplica recursos constructivos similares a los de las obras en chapa metálica, reafirmando así la naturaleza vanguardista de su lenguaje.