Exposición: Escher. La vida de las formas

Girona

18.02.04

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Un dibujo que genera una mano que dibuja el dibujo de una mano que acabará dibujando... En 1948, Maurits Cornelis Escher trazó sobre el papel dos manos entrelazadas que representan el infinito, el tiempo que nunca se detiene. Es uno de los múltiples juegos ópticos que inventó este maestro de las formas imposibles y las metamorfosis infinitas que, al igual que la Alicia de Lewis Carroll, quiso descubrirnos qué hay tras el espejo. Dotado de un talante racional y matemático, Escher experimentó hasta la saciedad con el espacio y el tiempo, desafió los modelos de representación tradicional y anticipó muchos de los hallazgos del arte digital. Bajo el título Escher. La vida de las formas, la Fundación ”la Caixa” presenta en Girona 78 grabados, litografías y xilografías de este artista introvertido y universal. Entre las obras, que proceden del Israel Museum de Jerusalén, figuran algunas de las más conocidas: Manos dibujando, Belvedere, Casa de las escaleras y Subiendo y bajando. La exposición se organiza en cuatro apartados (naturalezas, cuerpos, espacios y geometrías) que permiten seguir el proceso que llevó al artista desde la observación y la copia minuciosa de las formas de la naturaleza hasta la creación de mundos imaginarios e inquietantes, basados en la repetición, la variación y la simetría. La muestra se cierra con los seis grabados de la serie Metamorfosis, realizados entre 1939 y 1940, que figuran entre las obras de Escher más fascinantes y espectaculares. La exposición Escher. La vida de las formas, comisariada por Xavier Antich, se podrá visitar en la Sala de Exposiciones de la Fundación ”la Caixa” de Girona (Sèquia, 5), del 19 de febrero al 12 de abril de 2004. Cristalógrafos y matemáticos, músicos y filósofos, físicos y artistas se han sentido fascinados ante la obra de Escher. Su mérito bien podría resumirse con las palabras de Douglas R. Hofstadter recogidas en el libro Gödel, Escher, Bach. Un eterno y grácil bucle: "El genio de Escher consiste en el hecho de haber podido concebir y representar, en negro sobre blanco, docenas de mundos, medio reales medio míticos, mundos llenos de bucles extraños que se despliegan ante nuestros ojos y nos invitan a penetrar en ellos." Esta exposición, organizada por la Fundación ”la Caixa” y el Israel Museum de Jerusalén, invita a sumergirse en el delirante universo escheriano a través de cuatro apartados.Naturalezas Escher siempre se sintió fascinado por las formas naturales; sobre todo, por las estructuras más sencillas, como las flores (crisantemos, girasoles) o los insectos (libélulas). También por las formas de la naturaleza en movimiento, como las olas, que su imaginación pronto transforma en olas-flor o en olas-duna. Minuciosamente, Escher penetra en los misterios de la naturaleza: por un lado, reduce las cosas hasta lograr su forma geométrica más simple; por otro, descubre el movimiento y la energía que las transforma y les cambia el aspecto. Mediante estos trabajos, Escher demuestra que cualquier cosa, por insignificante que resulte, contiene la semilla de un misterio, es decir, participa del enigma de las metamorfosis. El contacto con la naturaleza supone para Escher el descubrimiento de la vida de las formas. Todo es geométrico, pero todo se modifica continuamente.Cuerpos Como todos los artistas desde el Renacimiento, Escher exploró su cuerpo a través del autorretrato, y convirtió su cuerpo en figura, poniendo a prueba la vida de las formas, los equívocos de la percepción. Al igual que Alicia, atravesó el espejo para mirar desde el otro lado las cosas y a nosotros mismos. En otras palabras, exploró la mutación posible de las formas, la alquimia imaginaria de los cuerpos transformados. Gracias al dibujo, que engaña la percepción mostrando un imposible, juega con las formas corporales: deja que la imaginación contradiga el entendimiento y que la fantasía altere la memoria. Si el arte siempre ha sido una ficción de la realidad, Escher, con los cuerpos, lleva el delirio de la percepción hasta los límites.Espacios Escher viajó a Italia en la primavera de 1922 y, prendado del país, se queda hasta 1935. Siempre fascinado por los paisajes y la arquitectura, regresa a menudo: cada primavera viaja durante dos meses por los pueblos de la costa y del interior, sin dejar nunca de hacer esbozos, estudios y dibujos. Disciplinado, trabaja los paisajes urbanos para ofrecer figuraciones extremadamente precisas, casi fotografías dibujadas. Paradójicamente, bajo esta voluntad hiperrealista, sus dibujos son cada vez más surrealistas, como si la fidelidad absoluta a la realidad propiciara la emergencia de aspectos escondidos fruto de una percepción que delira. Finalmente, Escher descubre la partición de la superficie, la relatividad de la perspectiva, la reordenación cúbica del espacio. Casi sin quererlo, el infinito impregna sus obras mediante los movimientos circulares y continuos. El País de las Maravillas acaba transformando toda la realidad.Geometrías El 17 de octubre de 1922, Escher llegó a Granada, tras viajar por Tarragona, Barcelona, Vic y Madrid. Visitó la Alhambra y, al instante, se quedó deslumbrado por los mosaicos y los estucados, por la fascinante geometría de un arte religioso que prohíbe las figuras humanas y animales. A partir de entonces, empieza a estudiar la inmensa riqueza combinatoria de las formas que alimenta la infinita variación de un movimiento que se alimenta a sí mismo. A partir de 1937, empieza a preocuparse por la simetría y la repetición, por la continuidad entre formas geométricas y formas vivas: prácticamente un redescubrimiento del principio pitagórico según el cual todo es número, todo es forma geométrica. La obra gráfica de Escher, a partir de este momento, se convierte en una investigación continua. Un viaje a través de la estructura del espacio, de la estructura de la superficie y de la proyección del espacio tridimensional sobre la superficie plana. Ya no importa el tema, sino la estructura, la combinatoria de las formas.El artista holandés Maurits Cornelis Escher (Leeuwarden, 1898 - Hilversum, 1972) estudió arquitectura y diseño en Haarlem. En 1922, a partir de un viaje a Italia y España, comenzó a elaborar un lenguaje plástico personalísimo. Especialmente atento a las formas geométricas de las cosas, llenaba sus libretas de dibujos de plantas, retratos, paisajes y núcleos urbanos; y siempre buscaba, tras la diversidad de las cosas, las estructuras que las vinculan a todas por dentro. A partir de 1929, comenzó su proyección internacional. Después de vivir unos años en Italia, en 1935 Escher se trasladó a Suiza y al año siguiente regresó de nuevo a España. En su visita a la Alhambra de Granada, el descubrimiento de las formas caligráficas y geométricas del arte islámico dio un nuevo impulso a su obra: a partir de entonces comenzó a explorar las transformaciones de unas formas en otras, los espacios imposibles, las perspectivas complejas. En 1951 se publicaron importantes artículos sobre la obra de Escher en algunas revistas internacionales influyentes. Estos escritos representan el principio de la rápida difusión de la obra de Escher en el mundo anglosajón, que también se popularizó entre los científicos. Matemáticos, físicos y biólogos han visto en la obra de Escher la manifestación plástica de algunas de sus teorías. Paralelamente, en 1958 Escher comenzó a expresar por escrito sus descubrimientos plásticos, e inició una reflexión teórica sobre su propia obra en la que justificaba los procedimientos utilizados, sobre todo en torno a la división regular del plano. Escher. La vida de las formas Del 19 de febrero al 12 de abril de 2004 Inauguración: miércoles 18 de febrero, a las 20 hLugar: Sala de Exposiciones de la Fundación ”la Caixa”Sèquia, 517001 GironaHorario De lunes a sábado, de 10 a 14 h y de 17 a 21 hDomingos y festivos, de 11 a 14 hwww.fundacio.lacaixa.es